Page 97 - Fahrenheit 451
P. 97
u
-De horas después del trabajo, sí, pero, ¿y tiempo de las otras dos. Y me cuesta creer que un viejo y ?
para pensar? Si no se conduce un vehículo a ciento cin bombero arrepentido pueden hacer gran cosa en una si
cuenta kilómetros por hora, de modo que sólo puede tuación tan avanzada ...
pensarse en el peligro que se corre, se está interviniendo -Puedo conseguir libros.
en algún juego o se está sentado en un salón, donde es -Corre usted un riesgo.
imposible discutir con el televisor de cuatro paredes. -Eso es lo bueno de estar moribundo. Cuando no
¿Por qué? El televisor es «real». Es inmediato, tiene di se tiene nada que perder, pueden correrse todos los ries
mensión. Te dice lo que debes pensar y te lo dice a gritos. gos.
Ha de tener razón. Parece tenerla. Te .hostiga tan apre -¡Acaba de decir usted una frase interesante! -dijo,
miantemente para que aceptes tus propias conclusiones, riendo, Faber-. Incluso sin haberla leído.
que tu mente no tiene tiempo para protestar, para gritar: -En los libros hay cosas así. Pero ésta se me ha ocu
«¡Qué tontería!» rrido a mí solo.
-Sólo la «familia» es gente. -Tanto mejor. No la ha inventado para mí o para na
-¿Qué dice? die, ni siquiera para sí mismo.
-Mi esposa afirma que los libros no son «reales». Montag se inclinó hacia delante.
-Y gracias a Dios por ello. Uno puede cerrarlos, de- -Esta tarde, se me ha ocurrido que si resultaba que
cir: «Aguarda un momento. » Uno actúa como un Dios. los libros merecían la pena, podíamos conseguir una
Pero, ¿quién se ha arrancado alguna vez de la garra que le prensa e imprimir algunos ejemplares ...
sujeta una vez se ha instalado en un salón con televisor? -¿Podríamos?
¡Le da a uno la forma que desea! Es un medio ambiente -Usted y yo.
tan auténtico como el mundo. Se convierte y es la verdad. "-¡Oh, no!
Los libros pueden ser combatidos con motivo. Pero, con Faber se irguió en su asiento.
todos mis conocimientos y escepticismo, nunca he sido -Déjeme que le explique mi plan ...
capaz de discutir con una orquesta sinfónica de un cente -Si insiste en contármelo, deberé pedirle que se mar-
nar de instrumentos, a todo color, en tres dimensiones, y che.
formando parte, al mismo tiempo, de esos increíbles sa -Pero, ¿ no está usted interesado?
lones. Como ve, mi salón consiste únicamente en cuatro -No, si empieza a hablar de algo que podría hacerme
paredes de yeso. Y aquí tengo esto -mostró dos peque terminar entre las llamas. Sólo podría escucharle, si la es
ños tapones de goma-. Para mis orejas cuando viajo en tructura de los bomberos pudiese arder, a su vez. Ahora
el «Metro». bien, si sugiere usted que imprimamos algunos libros Y
-«Dentífrico Denham»; no mancha, ni se reseca nos las arreglemos para esconderlos en los cuarteles de
-dijo Montag, con los ojos cerrados-. ¿Adónde iremos bomberos de todo el país, de modo que las sospechas ca
a parar? ¿ Podrían ayudarnos los libros? yesen sobre esos incendiarios, diría: ¡Bravo!
-Sólo si la tercera condición necesaria pudiera sernos -Dejar los libros, dar la alarma y ver cómo arden los
concedida. La primera, como he dicho, es calidad de cuarteles de bomberos. ¿Es eso lo que quiere decir?
información. La segunda, ocio para asimilarla. Y la ter Faber enarcó las cejas y miró a Montag como si estu
cera: el derecho a emprender acciones basadas en lo que viese viendo a otro hombre.
aprendemos por la interacción o por la acción conjunta -Estaba bromeando.
95
94