Page 58 - Fahrenheit 451
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� , -No.
ci cuenta kilómetros por hora a través de la ciudad, él
gntandole y ella respondiendo a sus gritos, mientras am -Quería hablarte de ella. Es extraño.
? -Oh, sé a quién te refieres.
b s trataban de oír lo que decían, pero oyendo sólo el ru
gido del vehículo. -Estaba seguro de ello.
-¡Por lo menos, llévalo al mínimo! -vociferaba -Ella -dijo Mildred, en la oscuridad.
Montag. -¿Qué sucede?-preguntó Montag.
-¿Qué? -preguntaba ella. -Pensaba decírtelo. Me he olvidado. Olvidado.
-¡Llévalo al mínimo, a ochenta! -gritaba él. -Dímelo ahora. ¿De qué se trata?
-¿Qué?-chillaba ella. -Creo que ella se ha ido.
-;Velocidad! -berreaba él. -¿Ido?
� ella aceleró hasta ciento setenta kilómetros por hora -Toda la familia se ha trasladado a otro sitio. Pero
y de¡ó a su marido sin aliento. ella se ha ido para siempre, creo que ha muerto.
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C ando se apearon del vehículo, ella se había puesto -No podemos hablar de la misma muchacha.
la rad10 auricular. -No. La misma chica. McClellan. McClellan. Atro-
Silencio. Sólo el viento soplaba suavemente. pellada por un automóvil. Hace cuatro días. No estoy se
-Mildred. gura. Pero creo que ha muerto. De todos modos, la fami
Momag rebulló en la cama. Alargó una mano y sacó lia se ha trasladado. No lo sé. Pero creo que ella ha
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de la or ¡a de ella una de las diminutas piezas musicales. muerto.
-M1ldred. ¡Mildred! -¡No estás segura de eso!
-Sí. -No, segura, no. Pero creo que es así.
La voz de ella era débil. -¿Por qué no me lo has contado antes?
-Lo olvidé.
Montag sintió que era una de las criaturas insertadas
-¡Hace cuatro días!
electrónicamente entre las ranuras de las paredes de
-Lo olvidé por completo.
fonocolor, que hablaba, pero que sus palabras no atra
-Hace cuatro días -repitió él, quedamente, tendido
vesa?an la barrera de cristal. Sólo podía hacer una pan
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t m1ma, con la esper nza de que ella se volviera y le en la cama.
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viese. A traves del cnstal, les era imposible establecer Permanecieron en la oscura habitación, sin moverse.
contacto. -Buenas noches -dijo ella.
-Mildred, ¿ te acuerdas de esa chica de la que te he Montag oyó un débil roce. Las manos de la mujer se
hablado? movieron. El auricular se movió sobre la almohada como
-¿Qué chica? una mantis religiosa, tocado por la mano de ella. Des
Mildred estaba casi dormida. pués, volvió a estar en su oído, zumbando ya.
-La chica de al lado. Montag escuchó y su mujer canturreaba entre dientes.
-¿Qué chica de al lado? Fuera de la casa, una sombra se movió, un viento
-Y a sabes, la que estudia. Se llama Clarisse. otoñal sopló y amainó en seguida. Peró había algo más
-¡Oh, sí! en el silencio que él oía. Era como un aliento exha
-Hace unos días que no la veo. Cuatro para ser exac- lado contra la ventana. Era como el débil oscilar de un
tos. ¿ La has visto tú? humo verdoso luminiscente, el movimiento de una gi�
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