Page 85 - La Casa de Bernarda Alba
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LA CASA DE BERNARDA ALBA

        ADELA: Sabes mejor que yo que no la quiere.


        MARTIRIO:  Lo sé.

        ADELA: Sabes, porque lo has visto, que me quiere a mí.

        MARTIRIO:  (Despechada). Sí.

        ADELA:  (Acercándose). Me quiere a mí. Me quiere a mí.

        MARTIRIO:  Clávame un cuchillo si es tu gusto, pero no me lo
        digas más.
        ADELA:  Por eso procuras que no vaya con él. No te importa que
        abrace a la que no quiere, a mí tampoco. Ya puede estar cien años
        con Angustias, pero que me abrace a mí se te hace terrible, porque
        tú lo quieres también, lo quieres.
       MARTIRIO:  (Dramática).  ¡Sí!  Déjame decirlo con la cabeza fuera
       de los embozos. ¡Sí! Déjame que el pecho se me rompa como una
        granada de amargura.  ¡ Le quiero!

       ADELA: (En un arranq_ue y abrazándola). Martirio, Martirio, yo no
       tengo la culpa.

       MARTIRIO:  ¡No  me  abraces!  No quieras  ablandar  mis ojos.  Mi
       sangre ya no es tuya. Aunque quisiera verte como hermana no te
       miro ya más que como mujer. (La rechaza).


       ADELA: Aquí no hay ningún remedio. La que tenga que ahogarse
       que se ahogue. Pepe el Romano es mío. Él me lleva a los juncos
       de la orilla.

       MARTIRIO:  ¡No será!

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