Page 128 - La Casa de Bernarda Alba
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FEDERICO GARCÍA LORCA
YERMA: Yo he venido a estas cuatro paredes para no resignarme.
Cuando tenga la cabeza atada con un pañuelo para que no se me
abra la boca, y las manos bien amarradas dentro del ataúd, en esa
hora me habré resignado.
JUAN: Entonces, ¿qué quieres hacer?
YERMA: Quiero beber agua y no hay vaso ni agua; quiero subir al
monte y no tengo pies; quiero bordar mis enaguas y no encuentro
los hilos.
JUAN: Lo que pasa es que no eres una mujer verdadera y buscas la
ruina de un hombre sin voluntad.
YERMA: Yo no sé quién soy. Déjame andar y desahogarme. En
nada te he faltado.
JUAN: No me gusta que la gente me señale. Por eso quiero ver
cerrada esa puerta y cada persona en su casa.
Sale la Hermana I ª lentamente y se acerca a una alacena.
YERMA: Hablar con la gente no es pecado.
JUAN: Pero puede parecerlo. (Sale la otra Hermana y se dirige a
los cántaros, en los cuales llena una jarra). ( Bajando la voz). Yo no
tengo fuerza para estas cosas. Cuando te den conversación, cierras
la boca y piensas que eres una mujer casada.
YERMA: (Con asombro). ¡Casada!
JuAN: Y que las familias tienen honra y la honra es una carga que se
lleva entre todos. (Mutis [de] la Hermana con la jarra, lentamente).
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