Page 79 - Historias de Cronopios y Famas
P. 79

baila  hasta avanzadas  horas  de la madrugada.  Nuevos   Acefalía
 impresos se amontonan a orillas del mar, pero es impo­
 sible  meterlos  en  la  pasta,  y  así  crecen  murallas  de
 impresos  y  nacen  montañas  a  orillas  de  los  anti os
 gu
 mares.  Los  escribas  comprenden  que  las  fábricas  de
 papel y tinta van a quebrar, y escriben con letra cada vez
 más  menuda,  aprovechando  hasta  los  rincones  más
 imperceptibles de cada papel. Cuando se termina la tinta
 escriben con lápiz, etcétera; al terminarse el papel escri­
 ben en tablas y baldosas, etcétera. Empieza a difundirse   A un señor le cortaron la cabeza, pero como des­
 la costumbre de intercalar un texto en otro para aprove­  pués estalló una huelga y no pudieron enterrarlo,  este
 char las entrelíneas, o se borra con hojas de afeitar las   señor tuvo que seguir viviendo sin cabeza y arreglárselas
 letras impresas para usar de nuevo el papel. Los escribas   bien o mal.
 trabajan lentamente, pero su número es tan inmenso que   En seguida notó que cuatro de los cinco sentidos se
 los impresos separan ya por completo las tierras de los   le habían ido con la cabeza. Dotado solamente de tacto,
 lechos de los anti os mares. En la tierra vive precaria­  pero lleno de  buena voluntad,  el señor se  sentó en un
 gu
 mente la raza de los escribas, condenada a extinguirse, y   banco de la plaza Lavalle y tocaba las hojas de los árboles
 en el mar están las islas y los casinos,  o sea los trans­  una por una, tratando de distinguirlas y nombrarlas. Así,
 atlánticos, donde se han refugiado los presidentes de las   al cabo de varios días pudo tener la certeza de que había
 repúblicas y donde se celebran grandes fiestas y se cam­  juntado sobre sus rodillas un hoja de eucalipto, una de
 bian mensajes de isla a isla, de presidente a presidente   plátano, una de magnolia foscata y una piedrita verde.
 y de capitán a capitán.   Cuando el señor advirtió que esto último era una
        piedra verde, pasó un par de días muy perplejo. Piedra
        era correcto y posible, pero no verde. Para probar ima­
        ginó que la piedra era roja, y en el mismo momento sin­
        tió  como  una  profunda  repulsión,  un  rechazo  de  esa
        mentira  flagrante,  de  una  piedra  roja  absolutamente
        falsa, ya que la piedra era por completo verde y en forma
        de disco, muy dulce al tacto.
             Cuando se dio cuenta de que además la piedra era
        dulce,  el  señor  pasó  cierto  tiempo  atacado  de  gran


 76                               77
   74   75   76   77   78   79   80   81   82   83   84