Page 33 - Historias de Cronopios y Famas
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Simulacros
Somos una familia rara. En este país donde las cosas
se hacen por obligación o fanfarronería, nos gustan las
ocupaciones libres, las tareas porque sí, los simulacros
que no sirven para nada.
Tenemos un defecto: nos falta originalidad. Casi
todo lo que decidimos hacer está inspirado -digamos
francamente, copiado- de modelos célebres. Si al gun a
novedad aportamos es siempre inevitable: los anacronis
mos o las sorpresas, los escándalos. Mi tío el mayor dice
que somos como las copias en papel carbónico, idénticas
al original salvo que otro color, otro papel, otra finalidad.
Mi hermana la tercera se compara con el ruiseñor mecá
nico de Andersen; su romanticismo llega a la náusea.
Somos muchos y vivimos en la calle Humboldt.
Hacemos cosas, pero contarlo es difícil porque falta
lo más importante, la ansiedad y la expectativa de estar
haciendo las cosas, las sorpresas tanto más importantes
que los resultados, los fracasos en que toda la familia cae
al suelo como un castillo de naipes y durante días enteros
no se oyen más que deploraciones y carcajadas. Contar lo
que hacemos es apenas una manera de rellenar los hue
cos inevitables, porque a veces estamos pobres o presos
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