Page 32 - Historias de Cronopios y Famas
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Simulacros














                                                                               Somos una familia rara. En este país donde las cosas
                                                                          se hacen por obligación o fanfarronería, nos gustan las
                                                                          ocupaciones  libres,  las tareas porque sí,  los simulacros
                                                                          que no sirven para nada.
                                                                              Tenemos  un  defecto:  nos  falta  originalidad.  Casi
                                                                          todo  lo  que decidimos hacer está inspirado -digamos
                                                                          francamente, copiado- de modelos célebres.  Si al gun a
                                                                          novedad aportamos es siempre inevitable: los anacronis­
                                                                          mos o las sorpresas, los escándalos. Mi tío el mayor dice
                                                                          que somos como las copias en papel carbónico, idénticas
                                                                          al original salvo que otro color, otro papel, otra finalidad.
                                                                          Mi hermana la tercera se compara con el ruiseñor mecá­
                                                                          nico de Andersen; su romanticismo llega a la náusea.
                                                                              Somos muchos y vivimos en la calle Humboldt.
                                                                              Hacemos cosas, pero contarlo es difícil porque falta
                                                                          lo  más importante, la ansiedad y la expectativa de estar
                                                                          haciendo las cosas, las sorpresas tanto más importantes
                                                                          que los resultados, los fracasos en que toda la familia cae
                                                                          al suelo como un castillo de naipes y durante días enteros
                                                                          no se oyen más que deploraciones y carcajadas. Contar lo
                                                                          que hacemos es apenas una manera de rellenar los hue­
                                                                          cos inevitables, porque a veces estamos pobres o presos

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