Page 130 - Historias de Cronopios y Famas
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Historia                                                  La cucharada estrecha














             Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puer­                Un fama descubrió que la virtud era un microbio
        ta de la calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dor­       redondo y lleno de patas. Instantáneamente dio a beber
        mitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí      una gran cucharada de virtud a su suegra. El resultado
        se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisa­       fue  horrible:  esta  señora  renunció  a  sus  comentarios
        ba la llave de la puerta.                                         mordaces, fundó un club para la protección de alpinistas
                                                                          extraviados,  y en  menos  de  dos  meses  se  condujo  de
                                                                          manera tan ejemplar que los  defectos de  su hija,  hasta
                                                                          entonces inadvertidos, pasaron a primer plano con gran
                                                                          sobresalto y estupefacción del fama.  No le quedó más
                                                                          remedio que dar una cucharada de virtud a su mujer, la
                                                                          cual lo abandonó esa misma noche por encontrarlo gro­
                                                                          sero, insignificante, y en todo diferente de los arquetipos
                                                                          morales que flotaban rutilando ante sus ojos.
                                                                               El fama lo pensó largamente, y al final se tomó un
                                                                          frasco de  virtud.  Pero  lo  mismo si e viviendo  solo  y
                                                                                                            gu
                                                                          triste.  Cuando se cruza en la calle con su suegra o su
                                                                          mujer, ambos se saludan respetuosamente y desde lejos.
                                                                          No se atreven siquiera a hablarse, tanta es su respectiva
                                                                          perfección y el miedo que tienen de contaminarse.







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