Page 20 - Las Chicas de alambre
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—¿Fuiste a una academia de modelos?
               —Un tiempo, sí, hasta que me cansé. Valiente panda.

               —Pues sigue siendo lo mejor para que te enseñen el oficio.
               —Ya —no pareció estar muy de acuerdo con mi apreciación, aunque me parece que sabía
               que era verdad, porque después le cambió la cara de fastidio a resignación, como si no
               quisiera contarme más—. No se ha vuelto a saber nada de ella, ¿verdad?
               —¿De Vania? No, nada. Murieron sus dos amigas, Cyrille y Jess Hunt; el novio de esta
               última mató al dueño de la agencia que las tenía contratadas; después, a su vez, murió él,
               y tras eso, Vania desapareció.
               —¡Jo, no me extraña!
               —Bueno, el caso es que nadie puede esfumarse diez años sin dejar rastro.
               —¿Tienes alguna teoría?

               —Sólo puede estar muerta o viva.
               Logré hacerla reír, aunque no había sido mi intención.
               —¿Llevas mucho con el tema?
               —He empezado hoy.

               —¿Y cuánto tiempo dedicas a investigar algo como eso?
               —El que haga falta.
               —Pues deben de pagarte mucho.
               Sabía que después de dejarla compraría Zonas Interiores para buscar algo que hubiese
               escrito yo. Y sabía que no tardaría en averiguar que me llamo igual que la directora y
               editora, porque siempre he firmado Jon Boix Montornés, así que se lo dije.
               —Tengo un sueldo, sí, haga lo que haga. Pero también la suerte de ser bueno, de ser hijo
               de dos grandes profesionales del periodismo y la fotografía de los que aprendí, y de que
               ella sea la propietaria y directora de Zonas Interiores.
               Arqueó las cejas. La había sorprendido bien.
               —Genial —movió ligeramente la cabeza de arriba abajo—. Eso es lo que llamo yo tener
               las cosas bien agarradas. ¿Y tu padre?

               —Murió en un accidente de coche en el que también mi madre salió bastante malparada.
               —Lo siento —noté cómo se estremecía—. ¿Tienes hermanos o hermanas?
               —No.
               —Yo tampoco —me miró a los ojos de una forma especial—, y mi padre también murió
               cuando yo era niña.

               —Vaya, parece que eso de que «Dios los cría y ellos se juntan» es cierto.
               —Oye, ¿tú crees lo que dijo John Lennon, que crecer sin padre te hace paranoico?
               —No lo sé.
               —Un poco raros sí somos, ¿no?
               —Depende. ¿Cómo es tu madre?

               —Está loca.
               —¿Vives con ella?
               —No, con una amiga. Compartimos un pequeño piso de dos habitaciones y paredes de
               papel. Pero está bien. Me «abrí» hace ya tres años. No la aguantaba. Tampoco es que me


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