Page 5 - Hamlet
P. 5

Guillermo Shakespeare nació en Stratford, pueblo de Inglaterra, en el Condado de
                  Warwick, año de 1564, de familia distinguida y pobre. Era su padre comerciante de lanas; y
                  deseando que Guillermo, el mayor de diez hijos que tenía, llevase adelante el mismo
                  tráfico, le dio una educación proporcionada a este fin, con exclusión absoluta de
                  cualesquiera otros conocimientos, que pudieran haberle hecho mirar con disgusto la carrera
                  a que le destinó. Así fue, que apenas había adquirido algunos principios de Latinidad en la
                  escuela pública de Stratford, cuando aún no cumplidos los diecisiete años, le casó con la
                  hija de un rico labrador y comenzó a ocuparle en el gobierno de la casa y en las operaciones
                  de su comercio. Obligado de la necesidad venció Guillermo la repugnancia que tenía a tal
                  profesión; y hubiera continuado en ella si un accidente imprevisto no le hubiese hecho salir
                  de la oscuridad en que estaba, abriéndole el camino a la fortuna y a la gloria.

                       Acompañado Shakespeare con otros jóvenes mal educados e inquietos, dio en molestar a
                  un caballero del país llamado Tomás Lucy, entrando en sus bosques y robándole algunos
                  venados. Esta ofensa irritó en extremo el ánimo de aquel caballero, y por más que el joven
                  Guillermo procuró templarle, arrepentido sinceramente de su exceso y ofreciéndole cuantas
                  satisfacciones pidiese, todo fue en vano; el Señor Tomás Lucy era uno de aquellos hombres
                  duros que no conocen el placer de perdonar. Sentido Shakespeare de tal obstinación, quiso
                  vengarse en el modo que podía, escribiendo contra él algunos versos satíricos, los primeros
                  que en su vida compuso; poniendo en ridículo a un hombre iracundo y poderoso, que a este
                  nuevo agravio redobló sus esfuerzos, imploró todo el rigor de las leyes y le persiguió con
                  tal empeño que al fin hubo de ceder como más débil, y no hallando seguridad sino en la
                  fuga, abandonó su patria, y su familia, y se fue a Londres, solo, sin dinero, ni
                  recomendaciones en aquella ciudad, ni arrimo alguno.

                       En aquel tiempo no iban los caballeros encerrados en los coches entre cristales y
                  cortinas como hoy sucede; iban a caballo, y a la entrada de los teatros, de las iglesias, de los
                  tribunales, y en otros parajes públicos, había muchos mozos que se encargaban de guardar
                  las caballerías a los que no llevaban consigo criados que se las cuidasen. Tal fue la
                  ocupación de Shakespeare en los primeros meses de su residencia en Londres; se ponía a la
                  puerta de un teatro y servía de mozo de caballos a cuantos le llamaban, para adquirir
                  algunos cuartos con que poder cenar en un bodegón. ¿Quién, al verle en aquel estado
                  oscuro e infeliz, hubiera reconocido en él, el mejor Poeta Dramático de su nación, el que
                  había de excitar la admiración de los sabios, el que había de merecer estatuas y templos?

                       La circunstancia de hallarse diariamente a la entrada del teatro, le facilitó el
                  conocimiento de algunos cómicos, que viendo en él mucha viveza y buena disposición, se
                  le hicieron amigos y en breve le determinaron a salir a la escena para desempeñar algunos
                  papeles subalternos; pero no correspondieron los efectos a la esperanza que de él se había
                  concebido. Rara vez la naturaleza prodiga sus dones, y casi nunca permite que un hombre
                  sobresalga en dos facultades distintas; que tal es la limitación del talento humano. Dícese
                  únicamente que Shakespeare desempeñaba muy bien el papel del muerto en la tragedia de
                  Hamlet, elogio que puede considerarse como una prueba de su corta habilidad en la
                  declamación.

                       Como quiera que sea, su admisión en el teatro despertó en él una inclinación decidida a
                  la Poesía Dramática; le dio a conocer la mayor parte de las piezas que entonces se
   1   2   3   4   5   6   7   8   9   10