Page 237 - Hamlet
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accidentes que se atraviesan; y entonces, aquel estéril deseo es semejante a un suspiro, que
exhalando pródigo el aliento causa daño, en vez de dar alivio... Pero, toquemos en lo vivo
de la herida. Hamlet vuelve. ¿Qué acción emprenderías tú para manifestar, más con las
obras que con las palabras, que eres digno hijo de tu padre?
LAERTES.- ¿Qué haré? Le cortaré la cabeza en el templo mismo.
CLAUDIO.- Cierto que no debería un homicida hallar asilo en parte alguna, ni
reconocer límites una justa venganza; pero, buen Laertes, haz lo que te diré. Permanece
oculto en tu cuarto; cuando llegue Hamlet sabrá que tú has venido; yo le haré acompañar
por algunos que alabando tu destreza den un nuevo lustre a los elogios que hizo de ti el
francés. Por último, llegaréis a veros; se harán apuestas en favor de uno y otro... Él, que es
descuidado, generoso, incapaz de toda malicia, no reconocerá los floretes; de suerte que te
será muy fácil, con poca sutileza que uses, elegir una espada sin botón, y en cualquiera de
las jugadas tomar satisfacción de la muerte de tu padre.
LAERTES.- Así lo haré, y a ese fin quiero envenenar la espada con cierto ungüento que
compré de un charlatán, de cualidad tan mortífera, que mojando un cuchillo en él, adonde
quiera que haga sangre introduce la muerte; sin que haya emplasto eficaz que pueda
evitarla, por más que se componga de cuantos simples medicinales crecen debajo de la
luna. Yo bañaré la punta de mi espada en este veneno, para que apenas le toque, muera.
CLAUDIO.- Reflexionemos más sobre esto... Examinemos, qué ocasión, qué medios
serán más oportunos a nuestro engaño; porque, si tal vez se malogra, y equivocada la
ejecución se descubren los fines, valiera más no haberlo emprendido. Conviene, pues, que
este proyecto vaya sostenido con otro segundo, capaz de asegurar el golpe, cuando por el
primero no se consiga. Espera... Déjame ver si... Haremos una apuesta solemne sobre
vuestra habilidad y... Sí, ya hallé el medio. Cuando con la agitación os sintáis acalorados y
sedientos (puesto que al fin deberá ser mayor la violencia del combate), él pedirá de beber,
y yo le tendré prevenida expresamente una copa, que al gustarla sólo, aunque haya podido
librarse de tu espada ungida, veremos cumplido nuestro deseo. Pero... Calla. ¿Qué ruido se
escucha?
Escena XXIV
GERTRUDIS, CLAUDIO, LAERTES