Page 235 - Hamlet
P. 235
todas ellas no serán suficientes a expresar la importancia del caso. Esos buenos hombres te
conducirán hasta aquí. Guillermo y Ricardo siguieron su camino a Inglaterra. Mucho tengo
que decirte de ellos. Adiós. Tuyo siempre, Hamlet. Vamos. Yo os introduciré para que
presentéis esas cartas. Conviene hacerlo pronto, a fin de que me llevéis después a donde
queda el que os las entregó.
Escena XXI
CLAUDIO, LAERTES
Gabinete del Rey.
CLAUDIO.- Sin duda tu rectitud aprobará ya mi descargo y me darás lugar en el
corazón como a tu amigo; después que has oído, con pruebas evidentes, que el matador de
tu noble padre, conspiraba contra mi vida.
LAERTES.- Claramente se manifiesta... Pero, decidme ¿por qué no procedéis contra
excesos tan graves y culpables? Cuando vuestra prudencia, vuestra grandeza, vuestra propia
seguridad, todas las consideraciones juntas deberían excitaros tan particularmente a
reprimirlos.
CLAUDIO.- Por dos razones, que aunque tal vez las juzgarás débiles; para mí han sido
muy poderosas. Una es, que la Reina su madre vive pendiente casi de sus miradas, y al
mismo tiempo (sea desgracia o felicidad mía) tan estrechamente unió el amor mi vida y mi
alma a la de mi esposa, que así como los astros no se mueven sino dentro de su propia
esfera, así en mí no hay movimiento alguno que no dependa de su voluntad. La otra razón
por que no puedo proceder contra el agresor públicamente es el grande cariño que le tiene
el pueblo, el cual, como la fuente cuyas aguas mudan los troncos en piedras, bañando en su
afecto las faltas del Príncipe, convierte en gracias todos sus yerros. Mis flechas no pueden
con tal violencia dispararse, que resistan a huracán tan fuerte; y sin tocar el punto a que las
dirija, se volverán otra vez al arco.
LAERTES.- Seguiré en todo vuestras ideas, y mucho más si disponéis que yo sea el
instrumento que las ejecute.