Page 232 - Hamlet
P. 232
muchas lágrimas llovieron.
Ay no ni, ay ay ay no ni.
Adiós, querido mío. Adiós.
LAERTES.- Si gozando de tu razón me incitaras a la venganza, no pudieras
conmoverme tanto.
OFELIA.- Debéis cantar aquello de:
Abajito está
llámele, señor, que abajito está.
¡Ay! Que a propósito viene el estribillo... El pícaro del Mayordomo fue el que robó a la
señorita.
LAERTES.- Esas palabras vanas producen mayor efecto en mí que el más concertado
discurso.
OFELIA.- Aquí traigo romero, que es bueno para la memoria. Tornad, amigo, para que
os acordéis... Y aquí hay trinitarias, que son para los pensamientos.
LAERTES.- Aun en medio de su delirio quiere aludir a los pensamientos que la agitan, y
a sus memorias tristes.
OFELIA.- Aquí hay hinojo para vos, y palomillas y ruda... para vos también, y esto
poquito es para mí. Nosotros podemos llamarla yerba santa del Domingo,... vos la usaréis
con la distinción que os parezca... Esta es una margarita. Bien os quisiera dar algunas
violetas; pero todas se marchitaron cuando murió mi padre. Dicen que tuvo un buen fin.
Un solitario
de plumas vario
me da placer.
LAERTES.- Ideas funestas, aflicción, pasiones terribles, los horrores del infierno
mismo; ¡todo en su boca es gracioso y suave!
OFELIA.- Nos deja, se va,
y no ha de volver.
No, que ya murió,
no vendrá otra vez...
su barba era nieve,
su pelo también.
Se fue, ¡dolorosa
partida! se fue.
En vano exhalamos
suspiros por él.