Page 228 - Hamlet
P. 228
de hacerme tu esposa
me diste palabra.
Y él responde entonces:
Por el sol te juro
que no lo olvidara,
si tú no te hubieras
venido a mi cama.
CLAUDIO.- ¿Cuánto ha que está así?
OFELIA.- Yo espero que todo irá bien... Debemos tener paciencia... Pero, yo no puedo
menos de llorar considerando que le han dejado sobre la tierra fría... Mi hermano lo sabrá...
Preciso... Y yo os doy las gracias por vuestros buenos consejos... Vamos: la carroza.
Buenas noches, señoras, buenas noches. Amiguitas, buenas noches, buenas noches.
CLAUDIO.- Acompáñala a su cuarto, y haz que la asista suficiente guardia. Yo te lo
ruego.
Escena XIV
CLAUDIO, GERTRUDIS
CLAUDIO.- ¡Oh! Todo es efecto de un profundo dolor, todo nace de la muerte de su
padre, y ahora observo, Gertrudis, que cuando los males vienen, no vienen esparcidos como
espías; sino reunidos en escuadrones. Su padre muerto, tu hijo ausente (habiendo dado él
mismo, justo motivo a su destierro), el pueblo alterado en tumulto con dañadas ideas y
murmuraciones, sobre la muerte del buen Polonio; cuyo entierro oculto ha sido no leve
imprudencia de nuestra parte. La desdichada Ofelia fuera de sí, turbada su razón, sin la cual
somos vanos simulacros o comparables sólo a los brutos; y por último (y esto no es menos
esencial que todo lo restante) su hermano, que ha venido secretamente de Francia, y en
medio de tan extraños casos, se oculta entre sombras misteriosas, sin que falten lenguas
maldicientes que envenenen sus oídos, hablándole de la muerte de su padre. Ni en tales
discursos, a falta de noticias seguras, dejaremos de ser citados continuamente de boca en
boca. Todos estos afanes juntos, mi querida Gertrudis, como una máquina destructora que
se dispara, me dan muchas muertes a un tiempo.