Page 214 - Hamlet
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HAMLET.- A él, a él... ¿Le veis, que pálida luz despide? Su aspecto y su dolor bastarían
                  a conmover las piedras... ¡Ay! No me mires así, no sea que ese lastimoso semblante
                  destruya mis designios crueles, no sea que al ejecutarlos equivoque los medios y en vez de
                  sangre se derramen lágrimas.

                       GERTRUDIS.- ¿A quién dices eso?

                       HAMLET.- ¿No veis nada allí?

                       GERTRUDIS.- Nada, y veo todo lo que hay.

                       HAMLET.- ¿Ni oísteis nada tampoco?

                       GERTRUDIS.- Nada más que lo que nosotros hablamos.

                       HAMLET.- Mirad allí... ¿Le veis?... Ahora se va... Mi padre..., con el traje mismo que
                  se vestía. ¿Veis por donde va?... Ahora llega al pórtico.






                  Escena XXVIII




                  GERTRUDIS, HAMLET




                       GERTRUDIS.- Todo es efecto de la fantasía. El desorden que padece tu espíritu produce
                  confusiones vanas.

                       HAMLET.- ¿Desorden? Mi pulso, como el vuestro, late con regular intervalo y anuncia
                  igual salud en sus compases... Nada de lo que he dicho es locura. Haced la prueba y veréis
                  si os repito cuantas ideas y palabras acabo de proferir, y un loco no puede hacerlo. ¡Ah!
                  ¡Madre mía! En merced os pido que no apliquéis al alma esa unción halagüeña, creyendo
                  que es mi locura la que habla, y no vuestro delito. Con tal medicina lograréis sólo irritar la
                  parte ulcerada, aumentando la ponzoña pestífera, que interiormente la corrompe... Confesad
                  al Cielo vuestra culpa, llorad lo pasado, precaved lo futuro; y no extendáis el beneficio
                  sobre las malas yerbas, para que prosperen lozanas. Perdonad este desahogo a mi virtud, ya
                  que en esta delincuente edad, la virtud misma tiene que pedir perdón al vicio; y aun para
                  hacerle bien, le halaga y le ruega.
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