Page 29 - Historia de una gaviota y del gato que le enseño a volar - 6° - Septiembre
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                         Zorbas empieza a cumplir lo prometido



























                       Los   cuatro   gatos   bajaron   del   tejado   al  balcón   y   de   inmediato
                  comprendieron que llegaban tarde. Colonello, Sabelotodo y Zorbas
                  observaron con respeto el cuerpo sin vida de la gaviota, mientras
                  Secretario agitaba al viento su rabo para quitarle el olor a bencina.
                       —Creo que debemos juntarle las alas. Es lo que se hace en estos
                  casos —indicó Colonello.
                       Venciendo   la   repugnancia   que   les   provocaba   aquel   ser
                  impregnado de petróleo, le unieron las alas al cuerpo y, al moverla,
                  descubrieron el huevo blanco con pintitas azules.
                       —¡El huevo! ¡Llegó a poner el huevo! —exclamó Zorbas.
                       —Te has metido en un buen lío, caro amico. ¡En un buen lío! —
                  advirtió Colonello.
                       —¿Qué voy a hacer con el huevo? —se preguntó el cada vez más
                  acongojado Zorbas.
                       —Con un huevo se pueden hacer muchas cosas. Una tortilla, por
                  ejemplo —propuso Secretario.
                       —¡Oh sí! Un vistazo a la enciclopedia nos dirá cómo preparar la
                  mejor de las tortillas. El tema aparece en el tomo veintiuno, letra «T»
                  —aseguró Sabelotodo.
                       —¡De eso ni maullar! Zorbas prometió a esa pobre gaviota que
                  cuidaría del huevo y del polluelo. Una promesa de honor contraída por
                  un gato del puerto atañe a todos los gatos del puerto, de tal manera
                  que el huevo no se toca —declaró solemne Colonello.
                       —¡Pero yo no sé cómo cuidar un huevo! ¡Nunca antes he tenido
                  un huevo a mi cuidado! —maulló desesperado Zorbas.
                       Entonces todos los gatos miraron a Sabelotodo.  Tal vez en su
                  famosa en-ci-clo-pe-dia hubiera algo al respecto.
                       —Debo consultar el tomo ocho, letra «H» Con seguridad ahí está
                  todo lo que debemos saber del huevo, pero por el momento aconsejo
                  calor, calor corporal, mucho calor corporal —indicó Sabelotodo con
                  tono pedante y didáctico.




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