Page 78 - Trece Casos Misteriosos
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Los otros se miraron en silencio y, antes de que                  En ese momento los muchachos se pusieron
           dijeran algo, Rodrigo insistió, con tono duro:                    de pie para saludar a la mamá de Felipe, que en­
             -Necesito que cada uno de ustedes me diga lo                    traba en el living.
           que hizo anoche.                                                     -¿Qué tal? -dijo ella, afable. Y dirigiéndose
             -¿Y por qué dudas de nosotros? -habló pri­                      a Marcelo, añadió-: Parece que hubo barullo ano­
           mero Ignacio, levantando hombros y manos en un                    che en tu casa.
           gesto de extrañeza.                                                  -¿Barullo? -se sorprendió el aludido.
             -Porque son los únicos que conocían el escon­                      -¿Cómo? ¿No te enteraste?
           dite de las llaves.                                                  La expresión de Marcelo era de real consternación.
             -¡Medio escondite!  -se escuchó decir a                            -Es  que ... soy de sueño pesado ... y salí tan
          Marcelo.                                                           temprano en la mañana ... ¡Nadie me dijo nada!
             -¿Qué hiciste anoche, Marcelo? -preguntó                           La señora sonrió.
          entonces el dueño de la moto.                                         -¡Estos jóvenes!  Sucede  que  a  tu mamá
             -Yo, mi viejo, comí, me acosté, intenté estu­                   anoche le dio un ataque a la vesícula y el doctor
          diar en la cama y me desperté esta mañana con                      López, nuestro vecino, tuvo que ir a verla. Claro,
          el libro en la cara.                                               lindo, no quisieron despertarte. ¿Y cómo les fue
             -Lo que es yo, me dediqué a estudiar y luego                    en la prueba?
          me relajé con un superbaño de  tina  antes de                         Los amigos abrieron la boca para responder al
          acostarme -dijo Felipe.                                            torrente de palabras de la señora, pero esta, sin
             -Yo, después de estudiar, vi la última pelícu­                  dar lugar a que otro hablara, siguió dirigiéndose
          la de la noche. Claro que no me pregunten cómo                     a Gonzalo:
          se llamaba, porque era de esas antiguas -explicó                      -Lindo,  supe  q u e   F r a n c i sca  está  c o n
          Ignacio.                                                           hepatitis.
             -¿Y tú, Gonzalo?-preguntó Rodrigo, serio.                          Todos miraron a: Gonzalo.
             -Yo fui a ver a Francisca. Tengo derecho a                         -¿ Y cómo no nos habías contado? -preguntó
          pololear, ¿no?                                                     Felipe.
             -¿Hasta  qué  hora?  -volvió a  inquirir                           -¿Y por qué tenía que contarles? -se defen­
          Rodrigo.                                                           dió el amigo, algo molesto.
             -Hasta las, ¿once, serían?, ¡qué importa! De                       -Tan reservado este niño -siguió la mamá de
          ahí, derecho a estudiar química.                                   Felipe-. Me dijo la señora del doctor Pérez que
                                                                             tenía para dos meses de cama -y, cambiando el



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