Page 32 - Trece Casos Misteriosos
P. 32

[iií]





                                                                                     El caso del regalo de

                                                                                           cum leaños
                                                                                                 p
                                                                                     (Idea original de Elvira Balcells)







                                                                            Emilia abrió los ojos muy temprano esa mañana y
                                                                            su primer pensamiento fue: ¡hoy cumplo doce años!
                                                                               En la casa todos dormían. Emilia tosió varias
                                                                            veces para ver si su hermana se despertaba, pero
                                                                            esta, con un almohadón sobre la cabeza, murmuró
                                                                            unas palabras ininteligibles y siguió durmiendo.
                                                                               Luego de media hora, que le parecieron cinco,
                                                                            escuchó un ruido en el dormitorio de sus papás.
                                                                            Se levantó presurosa y se dirigió al baño. Carras­
                                                                            peó al pasar frente a la puerta del dormitorio de
                                                                            sus padres, ahora con mejor resultado:
                                                                               -¡Emilia! -llamó la mamá.
                                                                               -¿Sííí? -contestó esta, tratando de parecer
                                                                            casual.
                                                                               -Ernilia, ven, entra --escuchó ahora la voz del
                                                                            papá. No se hizo esperar y abrió de inmediato la
                                                                            puerta: en la amplia cama matrimonial la espe­
                                                                            raban su papá, con ese mechón que caía sobre su
                                                                            frente todas las mañanas, y su madre, envuelta en
                                                                            su bata floreada.



                                                                                                                          31
   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36   37