Page 22 - Trece Casos Misteriosos
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-Adela, ¿no será un poco excesivo esperar la caza de un negocio que le permitiera vivir y
a las doce de la noche para entregarte el regalo obtener dinero sin esfuerzo.
delante de todos? -oyó la voz de su marido -Estoy en tiempo de vacas flacas, amigo
desde el baño. -Sergio tenía cierto aire de preocupación-. Por
-Es parte del regalo, querido; el collar, acom primera vez me he quedado sin dinero'para invertir
pañado de la mirada de Lulú, será mi fiesta. y te lo digo en serio.
-¡Curiosa amistad la tuya con Lulú! -mur Astudillo levantó los hombros con desaliento,
muró Álvaro, frunciendo la nariz. Terminaba de pero hizo un gesto con su mano, como para quitar
afeitarse. importancia al asunto.
A las diez de la noche la casa de los Fernández Adela, entonces, ofreció:
resplandecía de luces y flores. Los invitados co -¿Más whisky, Víctor?
menzaron: a llegar. Lulú, la primera, vestida de -Sí, gracias. Y si quieres, agrégame un par de
seda negra con collar y aros de mostacillas que cubos de hielo.
realzaban la palidez de su piel. Lo único de color En ese momento llegaban los tres invitados
en ella eran sus largas uñas rojas. Sergio, su mari restantes: el matrimonio Gómez, jovial y alegre,
do, hombre barrigón y entrado en años, paseaba cantando a coro cumpleaños feliz, y Laura, la
con aire distraído mirando los cuadros colgados amiga soltera de Adela, que pasaba por una de
en las paredes. sus crisis existenciales.
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-¿Sigues admirando a Pacheco Altamirano, -Les anuncio que me voy a Europa; Santiago
Sergio? -preguntó Víctor Astudillo, haciendo me ahoga -declaró Laura, con sequedad.
tintinear los hielos en su vaso de whisky. -¿Te ganaste la lotería, Laura? ¡Invítame!
-Tú sabes, Víctor, que yo me entiendo más -bromeó Víctor, levantando su ceja derecha.
con números que con arte -le contestó Sergio, -¿Lotería? ¡Ja! Esa siempre se la ganan los ri-
palmeteando el hombro del más bohemio de sus cos, Víctor -contestó ella con gesto escéptico-.
amigos. Por suerte existen los créditos.
-Deberíamos asociarnos, Sergio -bromeó -Pero los créditos hay que pagarlos -insistió
Astudillo-. Yo pongo mi ojo de conocedor y tú Víctor.
-Ese es problema mío. Y no estoy de ánimo
el capital: tengo un proyecto excelente, ¡y este sí hoy para discutir asuntos materiales. ¡Venga un
que no me fallará! champán, querida Adela!
La dueña de casa lanzó una mirada disimulada Adela miraba el reloj con impaciencia y los
a su marido: era el mismo Víctor de siempre, a invitó al comedor.
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