Page 17 - Trece Casos Misteriosos
P. 17

En  l primer momento nadie habló ni se mo­  -Quiero que sepan que ya me he enterado de
 v i  .  staban todos paralogizados. Hasta que de   quién es el responsable.
 pronto una figura -conocida por los lectores- se   Y  dijo  u n   nombre.  La  profesora  n o   se
 incorporó de su banco y caminó hacia el casillero   equivocaba.
 d  los útiles. Tomó con ambas manos el alto de   Con gesto compungido, la persona aludida
 libretas, escondidas tras las cajas de tiza y, ante el   confesó su culpa.
 estupor de sus compañeros, avanzó hacia el escri­
 torio de la señorita Leonor.   Hábil lector, la señorita Leonor fue muy sagaz.
 Cumplido el plazo, cuando la profesora regre­  ¿ Qué vio ella en su paseo entre los alumnos que la
 só, las veinticuatro libretas blancas ya estaban en   llevó a descubrir al culpable?
 su lugar.
 La señorita Leonor las tomó sin decir ni una
 palabra. El curso entero estaba pendiente de sus
 más mínimos gestos. La oyeron suspirar y vieron
 cómo trataba, al parecer, de borrar una manchita
 sobre la primera libreta. Su  cara no reflejaba
 ninguna emoción; pero a sus alumnos, que ya
 la conocían, no les cupo duda de que ella estaba
 decidiendo algo. En ese momento habló:
 -Bien, ahora falta que se presente el culpable.
 Como  el silencio se prolongaba, la maestra
 caminó entre los escritorios para observar con
 detención a sus alumnos. Los niños, nerviosos,
 se  mantenían inmóviles.  Catalina apenas si
 respiraba; Mauricio se mordía el labio; Connie
 daba vueltas al anillo en su dedo; Andrés retorcía
 el lóbulo de su oreja y Marcela había cerrado los
 ojos en actitud de mártir.
 Cuando el recorrido hubo finalizado, la voz
 fue tajante:




 4                                                      15
   12   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22