Page 53 - Quique Hache Detective
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que sin vestirse, con la ropa de arquero, salió   justamente Cacho Ramírez. Antes que el fút­
 del estadio, subió a un taxi y desapareció.   bol prefería otras cosas, por ejemplo manejar
 Conversamos  de  otros  detalles  con  el   autos,  eso me dijo, ¿puede creerlo?
 entrenador,  mientras  por  mi cabeza  pasaban   -¿Manejar autos?
 las ideas. Cada vez parecía más complicado el   -Era lo único que sabíamos de él, que
 trabajo de detective. No era como los detecti­  fue  chofer  de  micros  y  camiones  antes  de
 ves de la televisión donde todo se resuelve en   convertirse en arquero.  Fue lo único que su­
 la  hora  que  dura  la  serie.  No  tenía  ninguna   pimos de él en tres años.
 pista segura. Pensé en el mar azul de Concón,
 en los primos jugando baby fútbol en  la are­
 na, en todos los amigos de mi papá que inva­
 dían la casa de la playa para comer y conversar
 de política o de fútbol,  del  Chino  Ríos o  de
 Pinochet,  siempre  riéndose,  como  si  la  vida
 fuera una gran broma.  Supongo que llegar a
 adulto es un poco eso, reírse de todo.
 -Usted  es  muy  joven  para  detective

 privado  -me  dijo  Gavilán  y  con  mirada  de
 técnico  agregó-:  ¿No  le  han  dado  ganas  de
 probarse  en  algún  club  de  fútbol?  Al  ojo  le
 calculo que tiene pinta de número siete, pie­
 za clave por la rapidez y la astucia.
 -Como le dije, no soy bueno y no me
 gusta mucho el fútbol -respondí.
 -No conozco  a nadie  que no le guste
 el fútbol.  Usted es el segundo que me viene
 con semejante barbaridad,  porque el prime­
 ro afirmaba que el fútbol le aburría.  Ése fue


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