Page 37 - Quique Hache Detective
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respecto a él. Antes de que desapareciera había
dejado pagados dos meses por adelantado. No
era extraño porque siempre lo hacía. Cuando
le pregunté que qué creía que había pasado
con él, ella respondió risueña que probable
mente estuviera arrancado con alguna mujer y 7
por lo tanto era mejor dejarlo tranquilo.
Me dejó solo en la habitación. La mis
ma cama, el velador y la ampolleta de 20 E1 día había sido largo y poco prove
watts, que había visto en el resto de los dor choso. Estaba en cero, aunque el cero no es
mitorios. En el closet encontré gran parte de un mal número, sólo con mala fama entre los
la ropa de Cacho, ordenada, no parecía faltar demás números.
nada. Antes de salir abrí el cajón del velador Volví a la plaza del Alférez Mayor, des
donde encontré una solitaria fotografía. La de donde partían los colectivos hacia la salida
examiné cerca de la ventana. En la foto apa del barrio, hasta la avenida i cuña Macken
V
recía un grupo numeroso de jóvenes junto a na. La ruta lógica no era complicada: subir
maletas y bolsos de viaje. Detrás se veía un hacia el norte hasta encontrarse con Grecia o
bus. Eran alrededor de treinta. Sonreían. Cal lrarrázaval, desde ahí en una micro se seguía
culé que tenían mi edad. Pensé que la foto hacia el oriente hasta Ñuñoa. Como no apa
grafía podía servirme, así que la tomé recían colectivos en la placita y para hacer
prestada, jurando que se la devolvería a su tiempo, jugué algunos «gatos mentales». No
dueño cuando lo encontrara. es un juego fácil. Consiste en el típico Gato
Cuando salí de la pensión, escuché que que se juega con papel, lápiz, equis y círculos.
desde el comedor alguien gritó: «Córtela, do La idea es jugarlos mentalmente, vencerse a
ña Hilda, con las papas con mote, nos va a uno mismo o con contrincantes inventados.
traumar». Puede parecer extraño, pero con un poco de
práctica sirve para pasar el tiempo.
En eso estaba, rayando casilleros de gatos
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