Page 15 - Quique Hache Detective
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helados en copas gigantes y se miraban como   miré  otra vez al mozo y me  encogí de  hom­
 si recién comenzaran a enamorarse.  El mozo   bros.  El mozo, sin despegar esa sonrisa ama­
 se acercó a mi mesa y me vi en  la obligación   ble  que  parecía  que  venía  con  su  uniforme,
 profesional, para justificar mi estadía en el ca­  me  indicó  una  puerta  interior.  Lo  seguí.  El
 fé, de pedir un helado doble de chocolate con   pasillo  llegaba hasta la cocina. A ninguno de
 una galleta y salsa de frutilla.  Mientras espe­  los  cocineros  le  interesó  que  yo  pasara  por
 raba pregunté equivocadamente a tres señoras   ahí. Seguí al mozo hasta el patio de cemento,
 que entraron si tenían el apellido Gallardo.   cerrado por las paredes de los edificios veci­
 Me  tomé  todo  el helado  y me  puse a   nos. La única manera de ver cielo allí era mi­
 jugar  con  la cuchara,  esas largas  y  finas que   rar  recto  hacia  arriba.  En  la  pared  se  veían
 ponen  con  las  copas  de  helado,  y  ya  estaba   algunas ventanas, los cajones del aire acondi­
 pensando  que  la señora  Gallardo  no  existía,   cionado  y gatos paseándose  por las cornisas.
 cuando el mozo que me atendió y que pare­  En  el centro  del patio,  entre  dos maceteros,
 cía  simpático,  se  acercó  a  mi  mesa  con  un   estaba en un sillón la misma mujer de  la fo­
 diario y sin decir una palabra señaló una fo­  tografía del diario. Rosaura Gallardo tenía un
 tografía donde aparecía una mujer muy gor­  cuerpo  gigante,  como  si  flotara  en  un  saco
 da,  excesivamente gorda,  como se ven en las   lleno de agua. Ambos nos miramos sorpren­
 películas de Estados Unidos, donde todos pa­  didos.  Ella arrugó la nariz y preguntó:
 recen  ser  gordos  por  comer  papas  fritas  y   -¿Quique Hache?
 hamburguesas  al  desayuno.  Un  amigo  que   Para no ser menos, también arrugué la
 fue  a  Miami  llegó  contando  que  encontró   nariz y pregunté:
 McDonald's en todas las esquinas.  Se justifi­  -¿Señora Gallardo?
 ca entonces la gordura porque la tentación es
 grande si está en cada esquina.
 Debajo de la fotografía del diario pude
 leer:  «Empresaria del año.  Importante distin­
 ción  recibió  Rosaura  Gallardo  y  su  empresa
 Intermar».  Con mi mejor cara de investigador


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