Page 13 - Quique Hache Detective
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iban pasando y otro rato me preocupé pen
sando en la señora Gallardo y en éste, mi pri
mer trabajo.
Cuando llegamos al centro, la micro
entró directo por la Alameda. Me bajé frente
2 a la Biblioteca Nacional. En las escaleras de la
biblioteca encontré mochileros sentados, ha
blando en inglés; me pidieron plata, pero
En un papel anoté el recado telefó seguí de largo. En ese momento me sentía un
nico: «Señora Gallardo. Tres de la tarde. Café detective privado y no un guía turístico. Subí
Paula». Colgué. Tenía mi primer cliente co por Mac-Iver hasta calle Agustinas. El Teatro
mo detective. Nos miramos con la Gertru co Municipal está en esa calle, en el camino del
mo si hubiéramos descubierto petróleo en el café. Una vez en el colegio nos llevaron allí a
jardín de la casa. ver un fragmento de una ópera famosa. Me
Como no tenía oficina, le había pro sorprendí cuando reconocí algunas de las
puesto a la señora Gallardo que nos reuniéra arias: las había escuchado antes en comercia
mos en el centro de Santiago. Mi abuelo les de la televisión.
siempre decía que iba al Paula, un café de la En el Café Paula me senté a esperar a la
calle San Antonio con Agustinas. El café en señora Gallardo, la de la llamada telefónica.
tero ya no es el mismo de antes, según mi Entonces me di cuenta de mi primer error co
abuelo, pero igual me pareció que sería un mo detective: no tenía idea cómo reconocer a
buen sitio. mi primer cliente. Sentadas en el café había
Dos y media de la tarde. La ciudad pa dos parejas, uno de los hombres era un mili
recía tranquila y vacía porque estábamos ini tar, seguro, aunque vestía de civil. Lo deduje
ciando enero. El calor derretía. Salí de mi casa porque llevaba el pelo cortado casi al rape y se
y en Irarrázaval alcancé una micro. El viaje fue sentaba derecho, como si se hubiera tragado
largo. Entraba una brisa agradable por la ven una estaca. La otra pareja: un viejo y una vie
tana abierta y un rato conté los árboles que ja de más o menos cuarenta años tomaban
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