Page 125 - Quique Hache Detective
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Sábado








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                 Eran cerca de las cuatro de la madru­
         gada cuando huimos en ese camión de enco­
         miendas  de  Intermar.  Me  sentía  feliz  y
         aliviado por haber escapado.  Charo y yo nos
         reíamos  con  ganas  a pesar de que  seguíamos
         amarrados  en  el  interior  de la carrocería.  La
         felicidad se  me amargó un poco cuando me
         acordé de la  Gertru,  probablemente desespe­
         rada a esa hora,  esperándome en la casa,  llo­
         rando  en  el  hombro  del  sargento  Suazo,
         sintiéndose culpable de que yo no estuviera en
         Correón con los primos ... etcétera y etcétera.
                 León  detuvo  el  camión  y  gritó  hacia
         atrás  que  enseguida  nos  liberaría.  Abrió  la
         puerta metálica y del otro lado encontramos
         un pedazo de luz que caía debajo de un poste
         en la calle. Nos desató. Se reía con su cara re­
         donda y  rosada.  Nos  contó  cómo  llegó  a  la
         bodega después de mi llamada telefónica por
         la tarde. De cómo subió el cerco y vio cuando
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