Page 18 - Alicia en el país de las maravillas
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Señor Pie Derecho de Alicia.
Alfombra Roja, cerca de la chimenea
( con todo el cariño de Alicia).
"iCielos, qué de tonterías estoy hablando!"
En ese preciso momento, su cabeza chocó contra el te
cho de la sala, la que,. por lo demás, tendría unos tres metros
de alto más o menos. Inmediatamente cogió la llave de oro y
corrió hacia la puertecita del jardín.
iPobre Alicia! Lo más que pudo hacer fue tenderse de la
do para mirar con un solo ojo a través de la cerradura; pero
cruzar la puerta era más imposible que nunca. Se sentó y em
pezó a llorar de nuevo.
"iDebieras avergonzarte de ti misma! -se dijo sollozan
do - iUna muchacha grande como tú! iSeca inmediatamen
te tus lágrimas!"
Pero el llanto continuó igual, brotando en verdaderos
raudales, hasta que se formó alrededor de ella un charco que
1Iegaba hasta la mitad de la sala y que tendría sus cuatro
centímetros de profundidad.
Después de un rato oyó a la distancia el ruido de unas pe
queñas pisadas. Alicia se secó apresuradamente los ojos pa
ra ver quién venía. Era el conejo blanco que regresaba,
espléndidamente vestido, con un par de albos guantes de ca
britilla en una ma_no y un gran abanico en la otra. Venía tro
tando con gran prisa y murmurando:
"iOh, la duquesa, la duquesa! iSería un salvaje si la hicie
ra esperar!"
Alicia se sentía tan desesperada, que estaba dispuesta a
pedir socorro a cualquiera; así es que cuando el conejo se
aproximó, empezó a decir con voz suave y tímida:
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