Page 8 - Papelucho - 3° - Julio
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Enero 11
Por fin llegamos a la costa. Se llama Viña del Mar y la estación es
muy fuñingue. La casa tiene jardín con flores muy lindas, pero todo lo
demás es feo. Lo terrible de la costa es que se siente tanta hambre que
uno tiene que pasársela en la cocina. Además no hay cómo
entretenerse. Uno no puede ir a la playa todavía y quieren que esté
contento.
Resulta que se me ensuciaron los pantalones con ese aceite que
había en un tarro y los lavé y quedaron peores. Mi mamá me retó
porque andaba en traje de baño, pero yo le dije que quería
acostumbrarme. Creo que lo mejor será que meta los pantalones
enteros en el aceite ése y así quedarán parejos.
Los metí y tuve que ponerlos a secar debajo del colchón para que
no los vieran y resulta que se retrataron en el colchón que no es de
nosotros. Ya es de noche y todavía no se piensan en secar y yo no sé si
mañana tenga que estar enfermo o cosa por el estilo. No puedo ir a la
playa sin pantalones.
Se me ha ocurrido una cosa estupenda. Le pedí prestados unos
pantalones a Javier, es decir, se los arrendé por tres pesos. Me
quedaban tan largos que tuve que cortarles una tajadita y Javier armó
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