Page 7 - Papelucho - 3° - Julio
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Ahora resulta que nos vamos a veranear a la costa y toda la casa
se vuelve maletas y mi mamá está tan confundida que se le pierden las
llaves a cada rato y nos reta a nosotros. La Domitila no contesta cuando
uno le habla y todo el mundo arma una pelotera, porque se rompe una
llave del lavatorio. Es una lata estar de viaje porque a uno ni lo dejan
salir ni hacer nada y lo echan de todas partes. Uno se siente preso y
claro que uno piensa en los presos y cuando ve a su canario enjaulado
claro que le abre la puerta y el pobrecito se va. Y mi mamá arma otra
pelotera, porque se fue el canario y eso que el canario es de uno.
Por suerte, en la tarde vino el gásfiter, ese con olor a maestro y
que tiene los dedos tiesos. A mí me quedaron un poco tiesos después
que usé sus herramientas. Lo malo fue que se me cayó la llave inglesa y
se quebró una baldosa del baño. Pero como mi mamá está tan
confundida, no la vio y cuando volvamos del verano va a hacer tanto
tiempo que se había roto que ya no va a importar.
Mi papá se enojó porque fui a la mesa con las manos tiesas, pero
yo me apuré en contarle un choque que sucedió el otro día y no le dije
cuándo fue y él me dijo que tomara agua porque me encontraba pálido.
No es que uno sea hipócrita si lo creen pálido cuando uno está
pálido.
¡Qué felicidad es salir a veranear a la costa! Yo no la conozco, pero
se me ocurre que debe ser llena de aventuras y además debe ser donde
fabrican el chocolate Costa.
Hice mi maleta y no me cupieron nada más que mis cosas y le pedí
a Javier que me llevara mi ropa y no quiso. Así es que la escondí debajo
del colchón y cuando vuelva va a estar limpiecita y planchadita, y esa es
una gran cosa. Yo no necesito más que lo puesto para el veraneo y
cuando se ensucie eso, me pongo el traje de baño y listo.
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