Page 10 - Papelucho - 3° - Julio
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yo creo que les voy a decir lo mismo a mis hijos. La cuestión es que, por
                  lo menos cuando uno está veraneando, no debe aburrirse. Por  eso  es

                  que, cuando mi mamá se fue al puerto, nosotros con Javier nos fuimos
                  al garaje de enfrente, y Buzeta, el mecánico, que es tan bueno, nos dejó
                  ayudarlo y todo. Después fuimos  a probar un auto que él estaba
                  arreglando y resulta que nos quedamos en pana y empezamos a

                  trabajar y trabajar en él y era como un piano. No se movía. Por fin, se
                  vino encima la noche y ya lo íbamos a hacer andar y a cada rato hacía
                  explosión. Otra vez iba a andar y así hasta que fue tan de noche que
                  tuvimos que llamar al garaje para  que vinieran a buscar el auto y

                  remolcarlo y claro que llegamos en medio de la pelotera. Mamá estaba
                  como loca y me dio diecisiete pellizcos. Teníamos tanta hambre y tanto
                  sueño que yo me dormí sin mascar la carne y me amaneció en la boca.
                        Javier dice que él va a ir mañana de todas maneras a buscar el

                  auto con Buzeta, porque el gusto es más largo que el reto. Pero a mí me
                  pasa al revés: el gusto se me pasa y el reto se me queda dando vueltas.
                        Me gustaría ver un incendio bien grande, porque no hay esperanzas
                  de ver naufragios. A veces me dan ganas de quemar la casa, pero desde

                  antes ya me vienen los remordimientos y me echan todo a perder.
                        Yo siempre estoy con remordimientos antes de hacer las cosas y
                  Javier no.
                        Cuando mi mamá me castiga,  pienso que los padres son muy

                  distintos de los de los cuentos y  casi me dan ganas de ser huérfano.
                  Otras veces me dan ganas de haberme muerto para que aprendan a ser
                  justos.
                                                                                              Enero 17

                        Me voy de la casa. Me voy para correr por el mundo y para huir de
                  las injusticias de la vida.
                        Me voy a la montaña, donde nadie me insulte y me desentienda. Mi
                  padre es cruel y me aborrece. Todo  porque le di uno de sus trajes al

                  pobre Buzeta, que tiene ocho hijos. Me dijo que yo había tomado lo
                  ajeno. Eso no es verdad, porque lo de los padres de uno es también de
                  uno. Al principio me sentí ladrón y me dieron ganas de morirme, pero
                  después pensé y vi que yo tenía razón y él no. Los ricos no saben lo que

                  es pobreza. Yo sé.
                        Después en la noche, Javier  me despertó, porque yo estaba



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