Page 4 - Papelucho - 3° - Julio
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Hoy es año nuevo, el aniversario del día en que Dios hizo el mundo.
¿Qué día sería antes?
Me cargan los días de fiesta, porque ya son; prefiero el día antes,
porque entonces es "mañana" el día de fiesta.
Sin querer estoy escribiendo mi diario, pero si no escribo, no puedo
dormir con este negocio de la Domitila. También es bueno dejar su
diario cuando uno se muere para que la gente comprenda lo que uno
era por dentro y conozca sus intenciones.
Inventé una oración, y eso que no tengo más que ocho años. La
repartí a todos, porque tiene mil años de indulgencia.
Hoy hubo pollo para el
almuerzo y postre de helados de
fresas, y para la comida, lo que
sobró del almuerzo. Pusieron las
copas finas y una se quebró en mi
asiento. Me gusta que vengan
visitas porque así no hay boche en
las comidas. A mí no me alcanzó
postre, pero no importa, porque
me lo había comido antes.
Ahora que no tengo útiles
para hacer mis experimentos,
tengo que hacerlos con las cosas
de otro. Por eso le pedí a Miguel, el jardinero, que me diera un alicate y
un alambre. Y tuve que regalarle dos corbatas de mi papá. Papá tiene
demasiadas corbatas, y eso es como avaricia, y también hace que
Miguel se ponga comunista.
Resulta que junté los alambres del teléfono con los de la lamparita
del velador de mi mamá. Lo que yo quería era ver si salían luces del
teléfono y voces de la lamparita. Pero nada de eso.
Cuando se hizo de noche, la casa estaba a oscuras y no había a
quién llamar porque era día de fiesta y porque estaba descompuesto el
teléfono. Pero yo saqué como pude mi instalación, y cuando llegó mi
papá cambió los tapones y ¡listo! Ni siquiera hubo alboroto. Siempre es
así: cuando uno cree que se va a armar la grande, no pasa nada.
Parece que se murió la señora de la casa de enfrente y había quince
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