Page 30 - Papelucho - 3° - Julio
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rabia que no me hayan convidado a ser ladrón. Ahora sé lo que es ser
                  policía. Es la pica de no ser ladrón la que los hace buscarlos. Porque

                  claro que no hay nada más lindo que hacer cosas misteriosas. A mí me
                  robaron mi lapicera y un libro, pero no estoy muy seguro si tenía el libro
                  o no, pero en todo caso sirve  para buscar al ladrón. Cariola ha
                  organizado una pandilla para buscar al ladrón. A mí me nombraron

                  Oficial de Reserva porque se me habían perdido tantas cosas. Es decir,
                  yo tuve que decir que me habían robado una cantidad de cosas para que
                  me recibieran en la pandilla. Me  encargaron que dejara mi chomba
                  nueva encima de la cama para ver si se la robaban, pero como nadie se

                  la robó, tuve que esconderla detrás del pizarrón. Y cada vez que podía,
                  iba a ver si estaba ahí, hasta que la última vez que fui no estaba, y se la
                  habían robado de veras. Entonces cité a la pandilla a reunión y les conté
                  lo que pasó y cuando apenas estaba hablando, Cariola me dio un golpe

                  y me dijo que yo era un idiota y un farsante y todos se rieron de mí.
                  Son unos canallas y los aborrezco a todos, hasta Javier.
                        Tengo unas ganas terribles de morirme.
                                                                                              Marzo 20

                        Dije que me dolía el estómago  y me quedé en cama porque me
                  carga el colegio y todos, todos son unos imbéciles.
                        Ayer se cuchicheaban delante de mí y me hacían burla y yo no
                  podía pegarles porque eran tantos. Y tengo ganas de matar a Cariola

                  que es el culpable de todo.
                        Cuando entré al dormitorio, descubrí que me habían robado mi
                  diario y lo estaban leyendo y riéndose. Me tiré encima de ellos y se los
                  quité y casi me mataron. Por suerte, entró el Mocho en ese momento y

                  me libró de la muerte.
                        Son unos cobardes: ¡todos contra uno!
                        Aunque Cariola vino a verme esta mañana, de todas maneras lo
                  odio y todavía quiero matarlo y lo malo es que no me puedo confesar

                  hasta que no se me quiten estas ganas.














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