Page 41 - Fahrenheit 451
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Uno, dos,  tres,  cuatro,  cinco,  seis,  siete días. Y cada   Clarisse le miró con sus transparentes ojos oscuros.
 vez que él salía de la casa. Clarisse estaba por allí, en al­  -Siempre parece ofendido.
 gún lugar del mundo. Una vez Montag la vio sacudiendo   -Es que no he tenido tiempo  ...
 un nogal;  otra,  sentada  en el césped, tejiendo  un jersey   -¿Se fijó en los carteles alargados, tal como le dije?
 azul; en tres o cuatro ocasiones, encontró un ramillete de   -Creo que sí. Sí.
 flores tardías en el  porche de su casa, o un  puñado de   Montag tuvo. que reírse.
 nueces en  un pequeño  saquito,  o varias hojas otoñales   -Su risa parece mucho más simpática que antes.
 pulcramente  clavadas en una cuartilla de papel blanco,   -¿De veras?
 sujeta en su puerta. Clarisse le acompañaba cada día hasta   -Mucho más tranquila.
 la esquina. Un día, llovía;  el siguiente, estaba despejado;   Montag se sintió a gusto y cómodo.
 el otro, soplaba un fuerte  viento,  y el de más allá,  todo   -¿Por qué no estás en la escuela? Cada día te encuen­
 estaba tranquilo y en calma; el día siguiente a ese día en   tro vagabundeando por ahí.
 calma fue semejante a un horno veraniego y Clarisse apa­  -¡Oh, no me echan en falta! -contestó ella-. Dicen
 reció con el rostro quemado por el sol.   que soy insociable. No me adapto. Es muy extraño. En el
 -¿Por  qué será  -dijo  él una vez,  en la entrada del  fondo, soy muy sociable. Todo depende de lo que se en­
 «Metro»- que tengo la sensación de conocerte desde   tienda por  ser  sociable,  ¿no?  Para mí,  representa hablar
 hace muchos años?   de  cosas como éstas.  -Hizo sonar unas nueces que ha­
 -Porque le aprecio a usted -replicó ella-, y no de­  bían caído del árbol del patio-. O comentar  lo extraño
 seo nada suyo. Y también porque nos conocemos mutua­  que es el mundo. Estar con la gente es agradable. Pero no
 mente.   considero que sea sociable reunir a un grupo de gente y,
 -Me haces sentir muy viejo y parecido a un padre.  después, no dejar que hable. Una hora de clase TV, una
 -¿Puede  explicarme por qué no tiene ninguna hija  hora de baloncesto, de pelota base o de carreras, otra ho­
 como yo, si le gustan tanto los niños?   ra de transcripción o de reproducción de imágenes,  y
 -Lo ignoro.  más deportes. Pero ha de saber que nunca hacemos pre­
 -¡Bromea usted!  guntas o, por lo menos; la mayoría no las hace; no hacen
 -Quiero  decir ...  -Montag calló y meneó la cabe-  más  que lanzarte  las respuestas,  ¡zas!,  ¡zas!, y nosotros
 za-. Bueno, es que mi esposa  ... Ella nunca ha deseado   sentados allí durante otras cuatro horas de clase cinema­
 tener niños.   tográfica. Esto no tiene nada que ver con la sociabilidad.
 La muchacha dejó de sonreír.   Hay  muchas  chimeneas  y  mucha  agua  que  mana  por
 -Lo  siento.  Me había parecido que se estaba bur­  ellas, y todos nos decimos que es vino, cuando no lo es.
 lando de mí. Soy una tonta.   Nos fatigan tanto que al terminar el día, sólo somos ca­
 -No,  no -replicó Montag-. Ha sido  una  buena  paces de acostarnos, ir a un Parque de Atracciones para
 pregunta. Hacía mucho tiempo que nadie se interesaba lo   empujar a la gente, romper cristales en el Rompedor de
 suficiente por mí para hacérmela. Una buena pregunta.   Ventanas o triturar automóviles en el Aplastacoches, con
 -Hablemos de otra cosa. ¿Ha olido alguna vez unas  la gran bola de acero. Al salir en automóvil y recorrer las
 hojas  viejas?  ¿Verdad que  huelen  a cinamomo? Tome.   calles intentando comprobar cuán cerca de los faroles es
 Huela.   posible detenerte,  o quién es el último que salta del ve­
 -Caramba, sí, en cierto modo, parece cinamono.  hículo antes de que se estrelle. Supongo que soy todo lo

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