Page 233 - La Casa de Bernarda Alba
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DOÑA ROSITA LA SOLTERA
ROSITA: -Que cae a un lado y otro del polisón.
MUCHACHO: -¡Exacto! ¡Qué disparate de moda! (Se sonríe).
ROSITA (Triste): -¡Era una moda bonita!
MUCHACHO: -¡No me diga usted! Pues bajaba yo muerto de risa
con el vejestorio puesto, llenando todo el pasillo de la casa de
olor a alcanfor, y de pronto mi tía se puso a llorar amargamente
porque decía que era exactamente igual que ver a mi madre. Yo
me impresioné, como es natural, y dejé el traje y el antifaz sobre
mi cama.
ROSITA: -Como que no hay cosa más viva que un recuerdo. Llegan
a hacernos la vida imposible. Por eso yo comprendo muy bien a
esas viejecillas borrachas que van por las calles queriendo borrar
el mundo, y se sientan a cantar en los bancos del paseo.
TíA: -¿ Y tu tía la casada?
MUCHACHO: -Escribe desde Barcelona. Cada vez menos.
ROSITA: -¿Tiene hijos?
MUCHACHO: -Cuatro. (Pausa).
AMA (Entrando): -Deme usted las llaves del armario. (La tía se
las da. Por el Muchacho). Aquí, el joven, iba ayer con su novia.
Los vi por la Plaza Nueva. Ella quería ir por un lado y él no la
dejaba. (Ríe).
AMA: -¡Vamos con el niño!
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