Page 236 - La Casa de Bernarda Alba
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FEDERICO GARCÍA LORCA


        TíA (Entra): -Como siga este viento,  no va a quedar una rosa
        viva. Los cipreses de la glorieta casi tocan las paredes de mi cuarto.
        Parece como si alguien quisiera poner el jardín feo para que no
        tuviésemos pena de dejarlo.

        AMA: -Como precioso, no ha sido nunca. ¿Se ha puesto su abrigo?
        Y esta nube. Así, bien tapada. (Se la pone). Ahora, cuando llegue­
        mos, tengo la comida hecha. De postre, flan. A usted le gusta. Un
        flan dorado como una clavellina. (El Ama habla con la voz velada
        por una profunda emoción. Se oye un golpe).


        TíA: -Es la puerta del invernadero. ¿Por qué no la cierras?

        AMA: -No se puede cerrar por la humedad.

        TíA: -Estará toda la noche golpeando.


        AMA: -¡ Como no la oiremos  ... (La escena está en una dulce penum­
        bra de atardecer).

        TíA: -Yo sí. Yo sí la oiré.


        (Aparece Rosita. Viene pálida, vestida de blanco, con un abrigo hasta
                                                              º
        el filo del vestido) .

        AMA (Valiente): -¡Vamos!

        ROSITA  (Con voz débil): -Ha empezado a llover. Así no habrá
        nadie en los balcones para vernos salir.

        TíA: -Es preferible.






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