Page 13 - Historias de Cronopios y Famas
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La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea
        de  abrirse  paso  en  la  masa  pegajosa  que  se  proclama
        mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nom­
        bre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo
        c.:stit en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapa­
        l'os, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma
        tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ven­
        rnnas de tiempo con su letrero «Hotel de Belgique».
            Meter la cabeza como un toro desganado contra la
        masa  transparente  en cuyo  centro  tomamos  café con
       leche y abrimos el  diario para saber lo que ocurrió en
       cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negar­
       se a que el acto delicado de girar el picaporte,  ese acto
       por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la
       fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, queri­
       da. Que te vaya bien.
            Apretar una cucharita  entre  los  dedos  y sentir  su
       latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele
       negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que
       el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto
       más  simple  aceptar  la  fácil  solicitud  de  la  cuchara,
       emplearla para revolver el café.

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