Page 7 - De Victoria para Alejandro
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             famosas  calzadas;  el comercio prospera;  además de su                                Uno
             lengua, todo el imperio conoce el griego vulgar, llamado
             Koiné. Roma, la capital, tiene casi un millón de habitan­
             tes,  hay  centenares  de  baños públicos,  numerosos  tem­
             plos, teatros, escuelas ...
                     De Victoria para Alejandro es el relato de un
             viaje. El de Victoria Cornelia, hija de un senador romano
             y de una mujer judía,  a Palestina,  el país de su madre.
             No es sólo un cambio de paisaje y de clima.  También es
             un viaje de una cultura a otra, de una forma de concebir                 El  mar  estaba  en  calma  y  la  nave,  con
             la vida a otra totalmente distinta.  Victoria va a tener que     todas  las  velas  hinchadas,  se  deslizaba  como  un
             aprender una nueva forma de vestirse,  de comportarse,
             hasta de mirar. La han educado según las costumbres de           pájaro  sobre la superficie  del mar.  Los remeros
             Roma,  y ni siquiera físicamente,  se parece a su madre.         habían  recogido los  remos y descansaban en sus
             Victoria es cristiana y es romana.  Y está enamorada. Ha         bancos.
             dejado atrás la persecución de los cristianos y va a trope­              En la popa, sentada sobre unos almohado­
             zar con las normas del judaísmo más estricto. Tanto en           nes, Victoria escribía en un papiro. Era una adoles­
             el  ámbito  de  la  religión  judía  como  en  la  helenizada
             sociedad romana, el cristianismo representó un viento de         cente  de  pelo  color  miel,  figura  espigada  y  ojos
             alegría,  de fraternidad,  de libertad,  que hoy no podemos      claros, verdosos. Iba vestida con una túnica blanca
             valorar.  Ya nos hemos habituado y no somos capaces de           de buen tejido, pero de corte muy sencillo, y con
             sorprendernos hasta el escándalo ante la audacia de lla­         un manto de lana fina color verde. Vestida de otra
             mar a Dios «Padre».  Y estamos acostumbrados a escu­             forma mas llamativa, tal vez hubiese parecido her­
             char sin sentirnos aludidos o comprometidos que «en Cris­
             to  ya  no  son  distintos  judío  y  griego,  esclavo  y  libre,.   mosa. Así, resultaba insignificante.
             hombre y mujer».                                                         Un hombre salió del interior del barco y
                     Victoria  y su familia son  personajes imagina­          recorrió  con la  vista la cubierta.  Al ver la figura
             rios. Son reales el ambiente, las circunstancias,  la ancia­
             na Marta de Betania, el obispo de Jerusalén, el goberna­         femenina en la popa, sus ojos se empequeñecieron.
             dor romano...  Son reales -hasta donde nos informa la            Recorrió  en largas  zancadas  la  cubierta,  pero  el
             arqueología y los estudios de la vida en los tiempos anti­       ruido de sus pasos no logró romper la concentra­
             guos- las casas,  los paisajes, las costumbres; es real, tal     ción de la muchacha.
             como nos ha llegado en los documentos encontrados en                     Se paró detrás de ella y su voz fue baja y
             las cuevas del mar Muerto, el monasterio de Qumrán. El
             resto es el relato del viaje de Victoria.                        tajante:
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