Page 303 - Narraciones extraordinarias
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así pude comprender el significado de sus palabras:   Afuera la tempestad se desencadenada en toda su furia.
 -¿No lo oyes? Sí, lo oigo y lo he oído. Durante muchos  De pronto una intensa luz se proyectó en el camino, y me
 minutos,  horas y días lo he oído, pero no me atrevía ...   volví para ver su procedencia, pues lo único que había tras
 ¡Ah, ten piedad de mí! ¡No me atrevía a hablar! ¡La hemos   de mí era la oscura mansión. El resplandor venía de la luna
 metido viva en la tumba! ¿No dije que mis sentidos eran   llena, roja como la sangre, que ahora brillaba a través de
 agudos? Ahora te digo que sentí sus primeros movimientos   aquella grieta en zigzag que atravesaba toda la estructura
 en el ataúd. Los oí hace días y no me atreví a hablar. Y   de la casa, desde el techo hasta el estanque. Mientras la
 ahora, esta noche, Ethelredo,  ¡ja, ja! La puerta rota y el   observaba, la fisura se agrandó con rapidez, hubo de nuevo
 escudo en el suelo. ¡Di mejor, el ruido del ataúd al romperse,   una violenta ráfaga, y todo el disco de la luna estalló frente
 el chirrido de los goznes de hierro de su prisión, sus luchas   a mi vista.  Mi espíritu vaciló al ver los pesados muros
 dentro de la cripta revestida de cobre!  ¡Oh! ¿Adónde huir?   desmoronarse y partirse en dos;  un horrible y profundo
 ¿No  vendrá a buscarme enseguida?  ¿No  reprochará mi   clamor estalló como la voz de mil torrentes, y el estanque
 prisa? ¿No he oído sus pasos en la escalera? ¿No distingo   se cerró tétrica y silenciosamente sobre los restos de la
 el pesado latido de su corazón? ¡Insensato! -y se alzó de   casa Usher.
 pronto y gritó furioso estas palabras-: ¡Insensato! ¡Te digo
 que está del otro lado de la puerta!  "(
 En ese mismo instante, como si la energía de su voz
 fuera un hechizo, la enorme y antigua puerta que Usher
 señalaba se abrió de par en par. Aunque ello era obra de
 una violenta ráfaga de viento, del otro lado de la puerta
 estaba la alta y amortajada figura de Lady Madeline. Sus
 blancas ropas estaban manchadas de sangre, y había huellas
 de lucha en todo su- cuerpo.  Se mantuvo  temblando  por
 unos minutos en el umbral, luego, con un lamento, cayó
 pesadamente sobre el cuerpo de su hermano, y en su agonía
 final lo arrastró con ella al suelo, muerto, víctima de los
 terrores que él había anticipado.
 Huí aterrado de aquella habitación, de aquella mansión.


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