Page 69 - Hamlet
P. 69

CÓMICO l.º.-  Si, yo debo dejarte, amada mía,
                   inevitable es ya: cederán presto
                   a la muerte mis fuerzas fatigadas;
                   tú vivirás, gozando del obsequio
                   y el amor de la tierra. Acaso entonces
                   un digno esposo...
                       CÓMICO 2.º.-      No, dad al silencio
                   esos anuncios. ¿Yo? Pues ¿no serían
                   traición culpable en mí tales afectos?
                   ¿Yo un nuevo esposo? No, la que se entrega
                   al segundo, señor, mató al primero.

                       HAMLET.- Esto es zumo de ajenjos.

                       CÓMICO 2.º.-  Motivos de interés tal vez inducen
                   a renovar los nudos de Himeneo;
                   no motivos de amor: yo causaría
                   segunda muerte a mi difunto dueño
                   cuando del nuevo esposo recibiera
                   en tálamo nupcial amantes besos.
                       CÓMICO l.º.-  No dudaré que el corazón te dicta
                   lo que aseguras hoy: fácil creemos
                   cumplir lo prometido y fácilmente
                   se quebranta y se olvida. Los deseos
                   del hombre a la memoria están sumisos,
                   que nace activa y desfallece presto.
                   Así pende del ramo acerbo el fruto,
                   y así maduro, sin impulso ajeno,
                   se desprende después. Difícilmente
                   nos acordamos de llevar a efecto
                   promesas hechas a nosotros mismos,
                   que al cesar la pasión cesa el empeño.
                   Cuando de la aflicción y la alegría
                   se moderan los ímpetus violentos,
                   con ellos se disipan las ideas
                   a que dieron lugar, y el más ligero
                   acaso, los placeres en afanes
                   muda tal vez, y en risa los lamentos.
                   Amor, como la suerte, es inconstante:
                   que en este mundo al fin nada hay eterno,
                   y aun se ignora si él manda a la fortuna
                   o si ésta del amor cede del imperio.
                   Si el poderoso del lugar sublime
                   se precipita, le abandonan luego
                   cuantos gozaron su favor; si el pobre
                   sube a prosperidad, los que le fueron
                   más enemigos su amistad procuran
   64   65   66   67   68   69   70   71   72   73   74