Page 183 - Hamlet
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que sobre el triste anciano la cuchilla
sangrienta dio del sucesor de Aquiles.
¡Oh! ¡Fortuna falaz!.. Vos, poderosos
Dioses, quitadla su dominio injusto;
romped los rayos de su rueda y calces,
y el eje circular desde el Olimpo
caiga en pedazos del Abismo al centro.
POLONIO.- Es demasiado largo.
HAMLET.- Lo mismo dirá de tus barbas el barbero. Prosigue. Éste sólo gusta de ver
hablar o de oír cuentos de alcahuetas, o si no se duerme. Prosigue con aquello de Hécuba.
CÓMICO 1.º.- Pero quien viese, ¡oh! ¡Vista dolorosa!
la mal ceñida Reina...
HAMLET.- ¡La mal ceñida Reina!
POLONIO.- Eso es bueno, mal ceñida Reina, ¡bueno!
CÓMICO 1.º.- Pero quien viese, ¡oh vista dolorosa!
La mal ceñida Reina, el pie desnudo,
girar de un lado al otro, amenazando
extinguir con sus lágrimas el fuego...
En vez de vestidura rozagante
cubierto el seno, harto fecundo un día,
con las ropas del lecho arrebatadas
(ni a más la dio lugar el susto horrible)
rasgado un velo en su cabeza, donde
antes resplandeció corona augusta...
¡Ay! Quien la viese, a los supremos hados
con lengua venenosa execraría.
Los Dioses mismos, si a piedad les mueve
el linaje mortal, dolor sintieran
de verla, cuando al implacable Pirro
halló esparciendo en trozos con su espada,
del muerto esposo los helados miembros.
Lo ve, y exclama con gemido triste,
bastante a conturbar allá en su altura
las deidades de Olimpo, y los brillantes
ojos del cielo humedecer en lloro.
POLONIO.- Ved como muda de color y se le han saltado las lágrimas. No, no prosigáis.