Page 182 - Hamlet
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a la lóbrega noche parecía.
Ya su terrible, ennegrecido aspecto
mayor espanto da. Todo le tiñe
de la cabeza al pie caliente sangre
de ancianos y matronas, de robustos
mancebos y de vírgenes, que abrasa
el fuego de los inflamados edificios
en confuso montón; a cuya horrenda
luz que despiden, el caudillo insano
muerte y estrago esparce. Ardiendo en ira,
cubierto de cuajada sangre, vuelve
los ojos, al carbunclo semejantes,
y busca, instado de infernal venganza,
al viejo abuelo Príamo...
Prosigue tú.
POLONIO.- ¡Muy bien declamado, a fe mía! Con buen acento y bella expresión.
CÓMICO 1.º.- Al momento le ve lidiando,
¡resistencia breve!
contra los Griegos; su temida espada
rebelde al brazo ya, le pesa inútil.
Pirro, de furias lleno, le provoca
a liza desigual; herirle intenta,
y el aire solo del funesto acero
postra al débil anciano. Y cual si fuese
a tanto golpe el Ilión sensible,
al suelo desplomó sus techos altos,
ardiendo en llamas y al rumor suspenso.
Pirro... ¿Le veis? La espada que venía
a herir del Teucro la nevada frente
se detiene en los aires, y él inmoble,
absorto y mudo y sin acción su enojo,
la imagen de un tirano representa
que figuró el pincel. Mas como suele
tal vez el cielo en tempestad oscura
parar su movimiento, de los aires
el ímpetu cesar, y en silenciosa
quietud de muerte reposar el orbe;
basta que el trueno, con horror zumbando,
rompe la alta región, así un instante
suspensa fue la cólera de Pirro
y así, dispuesto a la venganza, el duro
combate renovó. No más tremendo
golpe en las armas de Mavorte eternas
dieron jamás los Cíclopes tostados,