Page 123 - Hamlet
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HAMLET.- Pues, señor, yo tengo que pasearme todavía en esta sala, porque si su
Majestad no lo ha por enojo, esta es la hora crítica en que yo acostumbro respirar el
ambiente. Tráiganse aquí los floretes, y si ese caballero lo quiere así, y el Rey se mantiene
en lo dicho, le haré ganar la apuesta, si puedo; y si no puedo, lo que yo ganaré será
vergüenza y golpes.
ENRIQUE.- ¿Con qué lo diré en esos términos?
HAMLET.- Esta es la substancia; después lo podéis adornar con todas las flores de
vuestro ingenio.
ENRIQUE.- Señor, recomiendo nuevamente mis respetos a vuestra grandeza.
HAMLET.- Siempre vuestro, siempre.
Escena VI
HAMLET, HORACIO
HAMLET.- Él hace muy bien de recomendarse a sí mismo, porque si no, dudo mucho
que nadie lo hiciese por él.
HORACIO.- Este me parece un vencejo, que empezó a volar y chillar, con el cascarón
pegado a las plumas.
HAMLET.- Sí, y aun antes de mamar hacía ya cumplimientos a la teta. Este es uno de
los muchos que en nuestra corrompida edad son estimados, únicamente porque saben
acomodarse al gusto del día, con esa exterioridad halagüeña y obsequiosa. Y con ella tal
vez suelen sorprender el aprecio de los hombres prudentes; pero se parecen demasiado a la
espuma; que por más que hierva y abulte, al dar un soplo, se reconoce lo que es: todas las
ampollas huecas se deshacen, y no queda nada en el vaso.