Page 30 - Romeo y Julieta
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PRÓLOGO                                                           ACTO  l
                    · · · · · · • · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·




                     Entra el Coro
                                                                                                       ESCENA  l
                     Dos nobles familias,  tan ilustre una como otra,                           Una plaza pública en Verona
                     en la hermosa Verana, donde ocurre esta historia,
                     de antiguos odios hacen nacer rencores nuevos
                     que salpicarán de sangre las manos de los suyos.             (Sansón y Gregorio, con espadas y escudos).
                     De las ramas enemigas de estos troncos malditos              Sansón: A fe mía, Gregario, no podemos tolerar que sigan
                     nacieron bajo malos augurios los pobres amantes              picaneándonos.
                     a los que sólo la muerte libró de sus dolores                Gregario: No, porque nos convertiríamos en bueyes.
                     y puso fin a la vieja discordia de sus padres.
                     Los caminos funestos de sus desdichados amores               Sansón: Lo que quiero de�ir, es que si continúan picaneán­
                    y el odio incurable de sus progenitores                       donos sacaremos la espada.
                    que sanaría únicamente con la muerte de los hijos,            Gregorio: Sí. Y nos sacudiremos el yugo.
                    es la historia que ahora os haremos ver.                      Sansón: A mí, si me pican, respondo rápido.
                    Atended con paciencia y oíd atentamente                       Gregorio: Pero no es fácil picarte como para que respondas.
                    pues intentaremos que en menos de dos horas
                    veáis en ella lo que tal vez no os muestra.                   Sansón:  Cualquier perro de la casa de los Montesco me
                                                                                  hace saltar.
                                                                                  Gregorio:  Saltar  es moverse.  Pero  los  valientes resisten
                                                                                  inmóviles en su puesto.
                                                                                  Sansón: Cualquier perro de esa casa hará que salte a en­
                                                                                  frentarlo. Y me pondré de espaldas al muro para detenerle.

                                                                                  Gregorio: ¡Cuán débil eres! Sólo los débiles se arriman a
                                                                                  los muros.
                                                                                  Sansón: Cierto. Por eso a las mujeres, que son débiles, se las


                                                                                                                          : 31
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