Page 8 - Terror en el sexto B - Mayo - 6to Básico
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El día en que no hubo clase
Era domingo en su peor hora. Seis en punto de la tarde. Al otro día, colegio. A Juan
Guillermo le empezó un nudo en el estómago. Ahí en su cuarto estaba la maleta intacta, con
todos los libros guardados, y las tareas sin hacer.
Había pensado en hacerlas el viernes para salir de "eso", pero luego llegó Pablo y lo invitó
a montar en bicicleta.
—Las hago el sábado por la mañana —pensó Juangui, pero el sábado se fue a hacer
mercado con la abuela.
—Las hago después —-pero después era el cumpleaños de Silvia y después estaba tan
cansado que dijo "mejor el domingo por la mañana", pero el domingo se levantó tardísimo y,
para completar, daban buenos programas en la televisión y luego le tocó arreglar el cuarto y
salir a almorzar y así sucesivamente.
Al final, nunca hubo tiempo de hacer tareas... Era domingo a la peor hora y el nudo en el
estómago se enredaba cada vez más.
Entonces, para disimular los nervios, prendió la televisión.
—Sólo un ratico, por saber qué están dando y luego sí empiezo. Total, a esta hora nunca
hay buenos programas.
En la pantalla había una especie de mago: un mentalista famoso con turbante en la cabeza
y acento extranjero. Doblaba una cuchara con las cejas fruncidas; el típico y viejo truco. La
cuchara se dobló. Juan Guillermo, como, tantos millones de televidentes, obedeció las órdenes
del mentalista. Se fue a la cocina y trajo un tenedor. Hizo todo al pie de la letra. Frunció las
cejas y cerró los ojos para sacar la energía magnética del cerebro y doblar las moléculas del
tenedor. Nada. El tenedor no se inmutó. Juan Guillermo no pudo terminar su lección de
energía magnética porque lo llamaron a comer.
Después de la comida, el mentalista se había ido de la TV. y en su lugar daban "Guerra de
Estrellas". La vio entera y después ya no hubo caso de hacer las tarcas porque el sueño le
cerraba los ojos.
—Mañana en el paradero le pido a Andrés que me explique la tarea de matemáticas, por si
me pasan al tablero.
Con esa idea, se le quitó un poco el nudo del estómago y se durmió profundamente.
Adivinen con quién soñó... Pues con el mentalista y con sus ejercicios de control mental...
El lunes, a la peor hora: ¡seis en punto de la mañana! sonó puntual el despertador. Juan
Guillermo se acomodó entre las cobijas para despedirse del sueño y se despertó una hora más
tarde con los gritos de mamá.
—¡Mire que si lo deja el bus, el castigo es para mí porque me toca llevarlo!
Y así fue. Juan Guillermo se tomó el chocolate sin pan ni jugo, se bañó en sesenta segundos,
salió con la corbata en una mano y la peinilla en la otra y corrió sin parar, pero el bus ya iba
en la otra esquina y no pudo alcanzarlo.
Así que volvió a casa, con cara de niño regañado y mamá, furibunda, con la piyama debajo
del abrigo, salió rumbo al colegio repitiendo la misma cantaleta reservada para esas
ocasiones.