Page 93 - Quique Hache Detective
P. 93

-Creo  que le caes bien a Charo -dijo  se  consiguió  marihuana  con  un  viejo  en  los
 el  gordo  y  la  Gertru  sonrió  y  me  guiñó  un   pool de arriba del cine Nilo, en calle Monji­
 ojo. A veces la Gertru se porta como retrasa­  tas.  Me reí  mucho  con  la  marihuana.  Otro
 da mental.   día vimos un asalto a un banco en Huérfanos.
 Como  León  no  tenía  dinero  para  re­  No fue un asalto como el de las películas, si­
 gresar, nos fuimos juntos al centro en una mi­  no todo lo contrario. Un señor,  que después
 cro  amarilla  demorosa,  pero  que  nos  dio   nos enteramos era un profesor jubilado, entró
 tiempo para conversar, mientras el calor de la   a robar en la sucursal  bancaria.  Dejó un pa­
 mañana  mataba,  con  el  cielo  despejado  y de   pelito con el cajero, amenazándolo y pidién­
 un azul intenso.  La micro se fue por Grecia,   dole  plata.  Luego  salió  corriendo  con  el
 por  una  pista  especial  para  la  locomoción.   dinero,  pero  casi enseguida lo atraparon  los
 Cuando pasamos frente al  Estadio Nacional,   carabineros. Vimos como se lo llevaban. Llo­
 León comenzó a hablar:   raba y repetía para que lo escucháramos, que
 «Cuando mis papás se separaron debía   lo único que quería comprar con la plata era
 dormir una semana en la casa de mi mamá y   un colchón  box spring porque quería dormir
 otra  en la de  mi papá.  Todo  lo  tenía  doble:   bien los últimos años de su vida.  Fue  triste,
 ropa, dormitorio y casa.  Es malísimo cuando   nadie comentó nada. Ese mismo día, un vier­
 los padres  se separan y  uno  queda  entreme­  nes,  yo  debía  llegar,  como  todos los  viernes
 dio. A mí me afectó en el colegio, bajé las no­  por  la  tarde,  hasta  el  Faro  de  Apoquindo.
 tas y no quería estar en clases.  En los recreos   Frente al McDonald's. Allí me pasaba a reco­
 saltaba la ventana de la enfermería y salía a la   ger mi  papá  o  mi  mamá,  para llevarme  a  la
 calle.  Recorrí el centro de Santiago tardes en­  casa que correspondiera. A las siete de la tar­
 teras.  Me  hice  amigo  de  otros  que  andaban   de llegué al Faro. Esperé tres horas,  pero nin­
 vagando como yo.  Pero no hacían la cimarra;   guno  de  los  dos  apareció.  Una  señorita
 pedían limosna o cantaban en las salidas  del   amable del McDonald's me regaló una ham­
 metro.  Nos reuníamos en el paseo San Agus­  burguesa con queso y un vaso de Coca-Cola.
 tín y caminábamos todo el día,  sin nada que   Nadie apareció ese día.  Se les olvidó recoger­
 hacer. Aprendí a fumar con ellos y un día uno   me.  Entonces volví al  centro  en  una micro.



 92                              93
   88   89   90   91   92   93   94   95   96   97   98