Page 115 - Alicia en el país de las maravillas
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El próximo testigo era la cocinera de la duquesa. Traía   "iNo es mucha la evidencia que han obtenido!", refle­
 una caja de pimienta en la mano. Alicia se dio cuanta de lo   xionó.
 que se trataba mucho antes de que la mujer entrara a la sala,   ilmagínense la sorpresa que tuvo la muchacha cuando el
 porque toda la gente que se encontraba cerca de la puerta   conejo leyó, con toda su voz débil y chillona, el nombre de
 empezó a estornudar.   "Alicia"!
 -Haz tu declaración -dijo el rey.
 -No tengo nada que declarar -contestó la cocinera.
 El rey miró molesto al conejo blanco, que dijo en voz ba­
 J a:
 -Su Majestad debe volver a examinar detenidamente a·
 este testigo.
 -Sí, debo hacerlo debo hacerlo -repuso el rey, con to­
 no melancólico, y después de cruzar los brazos y mirando
 ceñudamente a la cocinera con los ojos desorbitados, pre­
 guntó-: lDe qué están hechas las tortas?
 -De pimienta, en su mayor parte -repuso la cocinera.
 -No es cierto -dijo una voz adormilada a sus espaldas.
 -i Que ahorquen a ese lirón! -chilló la reina -. i Que le
 corten la cabeza! iQue le saquen de la sala! iPellízquenlo!
 iCórtenle los bigotes!
 Durante algunos minutos reinó en la sala una terrible
 confusión, en tanto que el lirón era lanzado afuera. Mientras
 las cosas se tranquilizaban de nuevo, la cocinera había desa­
 parecido.
 -No importa -dijo el rey con una sensación de gran ali­
 vio -. Llamen al testigo siguiente.  -Y agregó en voz baja,
 dirigiéndose a la reina -: En realidad, debieras ser tú, queri­
 da, quien examinara al próximo testigo. iSiento dolor de ca­
 beza!
 Alicia miró al conejo blanco mientras examinaba la lista,
 sintiendo mucha curiosidad por saber quién sería el próximo
 testigo.


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