Page 111 - Alicia en el país de las maravillas
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-Pido perdón a Vuestra Majestad por haber traído es­  En ese preciso momento, Alicia experimentó una sensa­
 to, pero no había terminado mi té cuando me llamaron.  ción muy curiosa, que la mantuvo bastante desconcertada
 -Debiera haberlo  terminado  -declaró  el  rey-.  hasta que no se dio perfecta cuenta de qué se trataba. Esta­
 lCuándo lo empezó?   ba empezando a crecer de nuevo. Pensó primero que debería
 El sombrerero miró a la liebre de marzo, que lo hahía se-
         levantarse y salir de la sala, pero luego decidió quedarse mien­
 guido hasta la sala del juicio, trayendo dei brazo al lirón.  tras cupiera dentro de la habitación.
 -Creo que fue el catorce de marzo -dijo.  -Me gustaría que no me apretaras tanto -dijo el lirón,
 -El quince -rectificó la liebre.  que estaba sentado al lado de la muchacha -. Apenas me de­
 -El dieciséis -agregó el lirón.  jas respirar.
 -Escriban eso -ordenó el rey al jurado.  -Pero no puedo evitarlo. Estoy creciendo.
 Todos  los  miembros  escribieron  apresuradamente  las  -No tienes derecho para crecer aquí -arguyó el lirón.
 tres fechas en sus libretas, en seguida las sumaron y las con­  -No  hables  necedades  -contestó  bruscamente  Ali-
 virtieron en pesos y centavos.  cia -. También tú estás creciendo.
 -Quítate el sombrero -ordenó el rey al sombrerero.  -Sí,  pero lo  hago  en  forma  razonable -contestó  el
 -No es mío -contestó el hombre.  lirón -, y no de una manera ridícula.
 -iEs robado! -exclamó el rey dirigiéndose al jurado,
            Se levantó bruscamente para dirigirse al otro extremo de
 que inmediatamente anotó el hecho.  la sala.
 -Todos mis sombreros están a disposición de los clien-  Durante todo este tiempo, la reina no había dejado un
 tes que quieran comprármelos -agregó el sombrerero para   instante de mirar fijamente al sombrerero y, en el preciso mo­
 dar una explicación-. No tengo ninguno que sea de mi pro­  mento en que el lirón atravesó la sala, dijo a uno de los ofi­
 piedad.·Soy un sombrerero.   ciales de la corte:
 Aquí la reina se caló los anteojos y empezó a mirar fija y
            -Tráeme la lista de los que cantaron en el último con­
 duramente al sombrerero, quien se puso pálido y muy nervio-  cierto.'
            Con estas palabras el sombrerero se puso a temblar en tal
 so.  -Haz tu declaración y no te pongas nervioso  -dijo el  forma, que sus zapatos se entrechocaban con el estremeci­
 rey-. En caso contrario, serás ejecutado.  miento de las piernas.
 Esto no pareció alentar en absoluto al testigo. El hombre
            -Haz tu declaración -repitió el rey con enojo -. De
 empezó a dar saltos, primero sobre un pie y luego sobre el  otro modo, se te ejecutará sin considerar si estás nervioso o
 otro, mirando con desesperación a la reina. Luego, en medio  no.
 de su confusión, se comió un gran pedazo de la taza, en vez  -Soy un pobre hombre, Vuestra Majestad -empezó a
 de morder la rebanada de pan con mantequilla.  decir el sombrerero con voz temblorosa -. Sólo empezaba a


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