Page 106 - El Superzorro
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          cálculos no me fallan,  nos encontra­                                hago lo mismo, sólo que por debajo
          mos  en  estos momentos justamente                                   de la tierra.

          debajo de la granja de ese redomado                                           Con mucha cautela, don Zo­
          granuja llamado Buñuelo.  Mi queri­                                  rro empezó a mover las tablas, hasta
          do  Tejón,  justamente  encima  de                                   que se aflojaron. Entonces, levantan­
          nuestras cabezas  cuelgan los manja­                                 do una de ellas, asomó la cabeza.

          res más deliciosos que te puedas ima­                                         -¡Victoria!  -gritó  el  zorro,
          ginar.                                                               entusiasmado con lo que veía-. ¡Lo

                   -¡Patitos sabrosos!  ¡Suculen­                              conseguimos! ¡Hemos dado en el cla­
          tos  gansos!  -exclamaban  los  zorri­                               vo, como siempre!
          tos, relamiéndose los hocicos.                                                Pronto se reunieron los zorri­
                   -Justamente -dijo don Zo­                                   tos, con su papá y don Tejón, en una

          rro.                                                                 enorme habitación.  Lo que sus ojos
                   -Lo  que  yo  no  entiendo                                  veían era tan maravilloso, que se ha­

          -dijo  el Tejón-,  es  cómo  demo-                                   bían quedado sin habla. Aquello era
          nios te has orientado para llegar has-                               el paraíso de los zorros, de los tejo­
                  '
          ta aqu1.                                                             nes  y  de  todo  bicho  viviente  con
                   -Muy  fácil -le  contestó  el                               buen apetito.

          zorro-. Antes yo me conocía el te­                                           -¡Señoras  y  señores!  -dijo
          rreno de los granjeros como la palma                                 el zorro haciéndose el payaso-,  an­

          de la mano. Podía ir a cualquiera de                                 te ustedes, los grandes almacenes de
          sus granjas a ciegas. Pues bien, ahora                               don  Buñuelo.  ¡Observen  y  vean  la
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