Page 55 - Zana y Orejón
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De pronto escuchó su voz:
 -Zana, aquí.
 .
 .
 Zana  corrió  hacia  él.  S e   alean�
 zaron a abrazar antes que el dueño

 de  la  huerta  disparara  por  cuarta
 vez  ...



            Un cielo vacío sobre
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            un mar inmóvil

            Capítulo VIII







             La lluvia quedó suspendida so­
         bre la tierra,  convertida en una cor�
         tina de cristales de agua, mientras el

         trueno del  último  tiro  de  escopeta

          tetumbab.a en todos los rincones del

         cielo, repitiéndose en un eco  inter�
         minable.
            Los pájaros que volaban quedaron


         inmóviles, tan  solo  Zana y Orejón



         se  movían. Corrían sin sentir sus

          pasos, flotando sobre la tierra ...
            Corrieron y corrieron hasta llegar

         al  río y ahí  se encontraron con un

          árbol caído.
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