Page 51 - Zana y Orejón
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respondió,  mostrándole  sus  largas
 oreJas.   el  cielo  gris.  Zana  suspiró  profun,
 -Nada  de  orejas  ni  orejitas,  yo  <lamente y le dijo:
 les explicaré.  ¿Eres mi novio o no?   -Mejor voy sola. Espérame aquí,
 ... Bien, entonces eres mi Orejón y   no quiero que se asusten con tu lle,

 eso basta ¡Vamos!   gada.
 La idea de un nuevo destino les   -Está bien, pero no tardes -res,
 fue limpiando el recuerdo de las lá,   pondió Orejón sonriéndole un poco
 48      nervioso.                                     49
 grimas y muy pronto se encontraron
 jugueteando camino a la plantación   -No  te  vayas,  ya  vuelvo  -le
 de zanahorias.   dijo Zana mirándolo a los ojos.
 Orejón  le  mostraba  cómo  podía   -Aquí  estaré  -le  respondió
 rodar colina abajo, mientras Zana le   Orejón.

 celebraba sus piruetas riendo.   Zana comenzó  a  introducirse  en
 Los colores de Zana  volvieron a   la tierra y ,  antes de desaparecer,  le
 relucir y Orejón recuperó su humor   lanzó un beso.
 de conejo de las praderas.
 Entre  bromas  y  carreras  fueron

 llegando  hasta la huerta donde vi,
 vía la familia de Zana.
 No hacía frío, pero caía una lluvia
 fina. En el aire se respiraba esa tran,
 quilidad que se siente en el campo
 cuando llueve al mediodía.
 Frente  a  ellos  se  extendía  la

 plantación  de  zanahorias.  Al  fon,
 do, había una casa de madera y una
 delgada columna de humo salía de
 su  chimenea  confundiéndose  con
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