Page 67 - La Casa de Bernarda Alba
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LA CASA DE BERNARDA ALBA

      ADELA:  ¿Un hijo?


      LA PoNCIA: Y para ocultar su vergüenza lo mató y metió debajo de
      unas piedras, pero unos perros con más corazón que muchas criaturas,
      lo sacaron y como llevados por la mano de Dios lo han puesto en el
      tranco de su puerta. Ahora la quieren matar. La traen arrastrando
      por la calle abajo, y por las trochas y los terrenos del olivar vienen los
      hombres corriendo dando unas voces que estremecen los campos.

      BERNARDA: Sí, que vengan todos con varas de olivo y mangos de
      azadones, que vengan todos para matarla.

      ADELA: No, no. Para matarla no.

      MARTIRIO: Sí y vamos a salir también nosotras.

      BERNARDA: Y que pague la que pisotea la decencia.

            Fuera se oye un grito de mujer y un gran rumor.


      ADELA:  ¡Qué la dejen escapar!  ¡No salgáis vosotras!

      MARTIRIO: (Mirando a Adela). ¡Qué pague lo que debe!

      BERNARDA:  (Bajo el arco). ¡Acabar con ella antes que lleguen los
      guardias!  ¡Carbón ardiendo en el sitio de su pecado!

      ADELA:  (Cogiéndose el vientre). ¡No!  ¡No!

      BERNARDA:  ¡Matadla!  ¡Matadla!



                              TELÓN



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